1ª corrida de Feria de San Isidro
Acabado mi “permiso primaveral de Sevilla” vuelvo a compartir mi puesto en la Unidad de la Memoria con mis tronco-colegas. Por ahora nos dejan ver la TV.. ¡ojo!, Si nos portamos bien –
Primer cartel: Espadas: David Mora, Daniel Luque y Diego Silveti (tres variantes de la “D”, ¡original forma ésta de confeccionar carteles por equivalencia alfabética!)
Toros: de Valdefresno, muy del gusto de la plaza de Madrid, que parecen extraídos de la imagen de los funcionarios de ventanilla de los Ministerios: antipáticos de entrada (no les gusta el toreo de recibo de capote), hirientes y perseguidores implacables si les sacas de sus casillas (querencia a tablas), obcecadamente retraídos y negativistas si insistes en solicitarles ayuda para el siguiente paso (rajados al final de cualquier serie); en fin, todo un protocolo hecho a propósito para que el personal de provincias no siga inmigrando hacia la capital.
Así que los toros iban haciendo lo que se esperaba de ellos, enseguida perdían fondo e iniciaban un “cante por tablas” en cuanto podían.
Mora se recordaba y se maldecía por lo que se había dejado en Sevilla, Luque con su insistencia tenaz había podido lograr algún muletazo y una soberbia estocada muy bien ejecutada (todo en el terreno de la querencia), y Silveti esperaba en vano que aquél cabeceo infame se cambiara a las alegres correrías de los toros de su tierra.
Ni mis colegas ni yo podíamos hacer comentarios en voz alta porque solo nos salían tacos y a Dña. Mary Pepa le enfadan esas expresiones “arcaicas”.
Así que por no perder el tiempo, estas cabezas nuestras que no parecen tener un “síndrome de neuronas inquietas” y no paran de darle vueltas a las cosas, o sea: El Eustaquio, ex fontanero y hombre práctico donde los haya, Dn. Florentino que fue allá en sus años mozos Maestro de Escuela por la Maragatería y que cuida mucho de las formas, y un servidor, íbamos pensando en cómo aprovechar esos toros que por desgracia parece que van a caernos tarde tras tarde con su falta de fondo físico y de estimulación a la pelea. No se nos ocurriría matarlos como hubiera deseado cualquier antitaurino, ¡qué va! Nosotros somos menos malos. Ni transformarlos en bueyes de carga que nos lo prohibirían los ecologistas, así que ideamos entre los tres, escribir una carta a la Sra. alcaldesa de Madrid en los términos siguientes:
Illma. Sra. Alcaldesa de la Villa de Madrid (tratamiento y protocolo sugerido por Dn. Florentino) :
Muy Sra. mía: Aprovechando su presunta condición de Política, y como tal ducha en consensos, deseamos EXPONER que:
Dados los inconvenientes que significa para la ciudad de Madrid el hecho de haberse convertido en el Centro de las Manifestaciones de todo el país, y los daños colaterales que esto trae consigo como son: rotura de mobiliario urbano, alteraciones del orden público con lesiones y/o enfados de la policía, desórdenes irreparables en el
tráfico, estado de insatisfacción en los manifestantes que siempre ven limitados sus derechos de expresión expansiva, perjuicios a tiendas, viviendas y locales que para su desgracia se ubican en la zona “itinerante” de Madrid, etc.
Y ante la dificultad, repetidamente manifiesta, de encontrar un manifestódromo adecuado y a gusto de la concurrencia, donde puedan tener cabida y desahogo la libre expresión.
SUGERIMOS la posibilidad de un acuerdo entre: por un lado, todas aquellas organizaciones, más o menos sindicales, pero siempre peripatéticas, por otro la Empresa gestora de la Plaza de toros de las Ventas, y finalmente un amplio medio de difusión pública, por ejemplo la TV de Canal + (por aquello de su tradición taurofílica), para que reunidos, tengan a bien
a).- mantener un Stock de todas aquellas ganaderías que hayan de lidiarse a lo largo del año en esta Plaza en lugares de fácil de acceso a la misma. (A modo de historia orientativa recuérdese la Venta del Batán) .
b) que cada ganadería, de manera específica y por características comunes, pueda representar y sustituir a aquellos colectivos que tengan en su programa socio-educativo y pedagógico, la organización de carreras o manifestaciones a que haya lugar.
c).- Una vez efectuada esta selección de colectivo por ganadería, las manifestaciones, ahora públicas, serían trasladadas y transformadas en carreras por el ruedo de dichas ganaderías, dirigidas y controladas por Florito y su “guardia pretoriana de cabestros”; a tantos Kms., como calles deseara cubrir esa manifestación. Los manifestantes ocuparían cómoda y tranquilamente sus asientos en los tendidos, agitando sus pancartas y voceando sus consignas a lo largo de toda la carrera de los toros. La TV., lo difundiría ampliamente – incluyendo mensajes subliminales anti-empresa si así lo deseaban -, ellos quedaban satisfechos, Madrid sería transitable, y los toros – que es lo que nos preocupa – cogerían fondo y forma física para el día de su corrida. Por ejemplo: hoy quieren manifestarse los del Metal Pesado ¿hay alguien que los represente mejor que los Cuadri?. Mañana pueden desearlo “los Indignados”, ¿no desfilarán más adecuadamente por ellos los Adolfos, ¿y los Victorinos representando al colectivo señorito de Pilotos de Iberia? …. y etc. etc. (esto solo se lo apuntamos a su Illma., a título orientativo.
ESPERANDO que se digne recoger con atención este ruego y disponiendo pertinentemente las ordenanzas para su ejecución si lo considera adecuado
Le saludan atte.
Bueno, pues nos cogió el escrito la Mary Pepa, no sé qué habló de que si se nos había ido la pinza o qué, y no sabemos si lo ha tramitado.
Así que condenados otra vez ante la televisión un poco enfadados y disgustados por la desconsideración, nos sorprendió el 4º toro cornalón más resistente a ser ejecutado que un negro de Alabama y que se las hizo pasar canutas a Mora.
Luego salió un 5º toro con una habilidad extrema para descoser los vestidos de torear y encontrar la zona deshilvanada de la taleguillas. La cuadrilla de Luque lo remedió con esparadrapo, y el diestro hubo de acoplarse un vaquero para no exhibir sus
partes pudendas más íntimas. De todos modos este Luque guarda más de lo que enseña (y no me refiero a lo que Uds., piensan de lo “visto y no visto” en el accidente de la corrida). Cualquier día de estos va a romper y se le van aquedar cortos los “maestros de ahora”. Tiene valor, tiene arte y tiene melodía ¡ojo!.
Y la sorpresa agradable llegó en el último de la tarde, malo donde los haya, que se lo puso imposible a la cuadrilla del mejicano (Por cierto ¿cómo es posible que un Silveti tenga tan malos acompañantes?) . El toro volteó dos veces a Diego, cabeceó buscando pechos a herir y olió femorales hasta buscar morderlas. Pero nada de esto arredró al diestro. Era la única tarde que tenía en Madrid y la sangre de los Silveti no se “aguó”. Tal vez se le apareció el fantasma del fundador de la saga. Aquél primer Silveti que tenía solo dos trajes, el de torero acompañado de la espada, y el de charro acompañado de pistolas, complementos que usó a “larga manum” sin que le temblara el pulso. Sea lo que fuere, el actual Silveti mostró esa parte temeraria, se metió entre los cuernos, fue empalado y golpeado en la cara como un ecce homo, pero siguió colocado delante de ella, metido y provocando a aquellas cuchillas que buscaban lancearlo, hasta que lo despachó de un estoconazo. ¡Bienvenida la casta! Él salió contento al final. Nosotros también. ¡Bien por el chico!.
Dibujo 107.- Diego Silveti
2ª de feria de abono, parece que hoy es el “día de los hijos sobrecargados de responsabilidad”, Juan del Álamo, Miguel Tendero y Ángel Teruel se enfrentan a un enemigo de tres cabezas: la manada de Martín Lorca que no facilitó lucimiento, el deseo personal de ser toreros, y el peso del deseo ajeno o expectativa familiar por otro. ¡Demasiado para una cabeza juvenil! ¡luego nos quejamos de que estos hijos se escapen por la droga a paraísos menos exigentes, y sin embargo, nosotros, si tuviéramos qué guardar, también nos escaparíamos hacia Haciendas más benévolas!.
Pero volvamos a algo menos material. Cada uno de ellos tenía una carga a sus espaldas.
Juan del Álamo, aunque tenía a la madre lejos, se la colocó a su lado tras el brindis, Miguel Tendero tenía en el palco todo el muestrario de la mímica maternal, siempre dudosa, siempre alternante, entre el ánimo pujante y el arropamiento regresivo, y a Ángel Teruel Jr., se le colocó su padre tan cerca y tan asfixiante en su marcaje corrector, que su estilo, solo lo recuerdan algunos cronistas deportivos de aquél antológico que el valencianista Magriñán hizo del madridista Di Stéfano (¿a que no se acuerdan Uds., eh? Pues si alguno lo sabe, escríbanle a la Mary Pepa y cuéntenselo, ¡a ver si me quita esa ojeriza que me tiene con sus dichosos deberes!)
Bien, pues en estas que estábamos discutiendo sobre lo inconveniente o no de esta presión parental y no acabábamos de ponernos de acuerdo sobre cómo ha de desarrollarse la juventud.
Yo pensaba que esa presión encimista ya sea protectora o exigente, en el mejor de los casos solo podía desarrollar torerías impersonales, adaptativas o enajenadas a los deseos o sueños de los padres, y que probablemente dividiría al Escalafón dos secciones: una, de toreros de padre, que desarrollarían más y mejor el poder y el dominio, y otra de toreros de madre que pondrían el énfasis en el encuentro artístico y protegido. Pero también entiendo que si están demasiado alejados de esa protección, van a quedar desamparados y en manos de tantos Cristos, Vírgenes y Santos que les acompañan. En esas circunstancias, los que llegaran a torear lo harían “divinamente o de milagro”, y esto no se prodiga excesivamente. Total que al final no sabía yo muy bien dónde colocar a los padres y me rendí a los argumentos de mis compañeros.
Eustaquio, que se ha hecho fuerte a sí mismo con el meritoriaje del palo y la zanahoria, insistía en que hay que tomar riesgos cuanto antes, con padres y sin ellos, y que cuando se va a trabajar – y el toreo es un trabajo-, solo hay que pensar en lo que se tiene entre manos y pechar con todas las cargas que le rodeen. De ahí, – como él repite – el que valga pa´oficial y el que no, que se quede de peón. Así se ha hecho siempre – apostillaba -, la letra con sangre entra, y la rotundidad de su explicación parecía tener el peso de una verdad estadística.
Dn. Florentino, siempre sabedor de eficaces técnicas modernas, defendía más bien un aprendizaje paulatino de toros y plazas; y hasta nos prometió traernos un estudio científico y pormenorizado de un desarrollo motivador y programado, hecho por lo americanos y perfectamente, según él, aplicable a la promoción taurina. Para empezar, el candidato a torero, debe de empezar desde plazas pequeñas, locales y familiares, en su pueblo o cercanías, y vestido de traje campero. Luego ir a su provincia rodeado de amigos y algún vecino que se preste a ser objetivo, vestido de chaquetilla vaquera y taleguilla. Un Tercer paso lo avanzaría hacia plazas de la Comunidad con algún rival con el que competir, un enemigo discreto metido en su cuadrilla o en el staff de su dirección, y aunque vestido ya de luces, debería de ir protegido por un baby o guardapolvo que le ocultase su propio deslumbramiento, y así progresivamente hasta llegar a cuerpo limpio a las plazas de Primera categoría. (No quise cortarle su discurso – un poco largo – porque respeto sus canas tanto o más que su sabiduría, pero es posible que me haya saltado algún paso. Eché cuentas por lo bajo, y calculé que un torero avezado podría llegar a torear en Madrid, por ejemplo, hacia los 78 años, más o menos, la edad de retirada de Pedro Romero, así que dejamos también apartada su teoría, porque la mayoría de ellos, con regazos tan cómodos y duraderos, es probable que no salieran nunca de su “mamá”) . La propuesta no me pareció operativa pero ahí la dejo por si alguien quiere realizarla.
Por lo demás, los chavales estuvieron suficientes. Juan del Álamo, tal vez porque era el que tenía la madre más lejos, fue el que mejor encontró el sitio ante el toro y su propio estilo. Al primero bis (porque el primero real lo mejor que tuvo fué permitirnos comprobar la buena forma física y eficiencia de Florito y su guardia personal), un toro poco claro y que amenazaba con quedarse, le tomó la distancia y el sitio adecuado, y, a compás abierto y alargando la suerte lo que podía, cuajó una faena armoniosa y completa que al rematar con una buena estocada le valió la primera oreja de Madrid (debería de haberse traído ya otra de Sevilla). Álamo aprende y mejora cada año. Lo vemos menos arrogante que de novillero, más peleón y sigue con su técnica artística. Bien por el muchacho. En su segundo, toro que salió muy suelto, quiso chulearse y hacerse dueño de la plaza para demostrar lo que traía como pre-concepción: que no sabía torear ni quería aprender. Solo porque corría hacia adelante tropezaba con toreros o con caballos, pero sin ninguna calidad de embestida. Juan, se lo llevó a los medios y allí, contra él, consiguió enjaretarle algunos pases sueltos hasta que el toro terminó entrando en la muleta. Cuando se enteró que en su sangre estaba la bravura, el fondo físico ya no le respondió. Al menos hubo sinceridad por ambas partes.
Miguel Tendero tiene mala estrella. Su voluntad, que es mucha, no puede contra su destino. Ni el físico le respondió en sus inicios, ni la suerte le responde en momentos necesarios. Venía de cortar una oreja importante y se había ganado, como en él es habitual, una sustitución; pero el sino es implacable. Torero éste que ni siquiera puede tener su cartel personal de alternativa ni de confirmación porque en ambos casos entró como sustituto de otro.(Aquí venía por la ausencia de David Galván, sangrante en Sevilla). No tuvo suerte con sus toros, su primero bueno pero flojo no trasmitía nada reseñable, él estuvo correcto. Su segundo, un veleto casi vecino de nubes, tenía un marchar tan cansino y falto de casta, que el público le gritaba para despertarle de aquel estado de letargo post-pandrial. No hubo maneras. El toro no mostró ningún interés en cambiar a pesar de las ganas de Miguel, que además mató a las veintitantas. Su madre en el tendido tragaba lágrimas de rabia para hacer con ellas luego vasos de agua fresca a la desolación de Tendero.
Y nos queda Teruel Jr. Nos gustó el chico. Tiene maneras, estilo familiar, empaque y valentía. Mata bien y no se asusta en ninguna distancia. Sabe torear limpio de lejos y sacar muletazos de coraje en distancias cortas. Le veremos otro día.
3º.- Toros de José Escolá para Robleño, Pérez Mota y Miguel Ángel Delgado.
Como era domingo mi familia me sacó al campo, animándome a que viera la naturaleza en su estación más florida. No les convencí de que donde mejor se ve la Naturaleza es en los calendarios. Se pasa una hoja y ¡hala! Estalló la verde, amarilla, y roja primavera y uno puede gozarla tranquilamente sin riesgo de alergias, se pasa otra hoja, y ¡venga a disfrutar de la playa y del mar sin pasar calor! Otra hoja y estamos ante un crudo invierno sin pasar frío ¿hay algo mejor?. Pues mi familia se empeña en patearla. En esta época del año la humanidad se divide en dos bandos:
Por un lado los adoradores perversos de la primavera que son: los enamorados que la pisotean a culadas – y otras cosas -, los ecologistas – enmascarados narcisistas que quieren ver en la naturaleza un espejo de sí mismos – y los caminadores en sus variadas vertientes, que la usan como medicamento para bajar el colesterol.
Por el otro, los sanos amadores de la naturaleza que la respetamos sin herirla aunque para ello hayamos de escondernos tras una fobia social o la socorrida alergia a las gramíneas.
Total que me sacaron de campo con el añadido del consejo persecutorio de la Mary Pepa que les dijo que no me convenía ver la TV porque me excitaba.
Así que no vi los toros de Escolá y el lunes, cuando llegué a la Unidad busqué afanosamente a mis toro-colegas para que me contaran algo de la épica que significa enfrentarse a esa divisa. Tardé en encontrarlos y pensé que querían darme envidia guardándose para ellos el espectáculo de esa herencia pura y encastada de los Albaserrada, madre de actuales Adolfos y Victorinos triunfadores, de esos largos hocicos y patas línea Parladé, de esas capas cárdenas y esas presentaciones corniveletas que casi hablan de tú a tú con la luna por las noches. ¡Ay que toros no pude ver!.
Cuando les encontré no parecían muy gozosos. Eustaquio, que tenía el día un poco esquivo, me dijo que había mirado para la “tele” en un Bar, pero que le pareció que era Canal Sur y que trasmitían reportajes de alguna Escuela de Tauromaquia porque aquellos toritos no tenían enjundia, y a ratos miraba y no había ni toros. No quiso hablar más. Para mí que Eustaquio se había olvidado de tomar la pastilla de la memoria y no tenía un recuerdo más claro, o se le había soltado algo más que la pinza y tenía eso que llaman ahora “alucinación negativa”. Más vale callar, o sea que le aticen el Haloperidol
Dn. Florentino, hombre más formal y mejor “comprendedor y explicador de las cosas de este mundo”, me dio una buena clase de sociología. Me contó que como era domingo, día en la que los niños ven mucho la tele, se ha iniciado, por parte del Gobierno, una campaña pedagógica para proteger el animal toro-bravo-de lidia, en riesgo de extinción. Por eso, ayer, las autoridades habían elegido un nombre que impresionara – como los Escolá – pero habían sustituido sus toros por otros toritos aborregados más o menos animosos, con el objetivo de que los niños perdieran miedo a estos animales y pudieran solicitarlos como mascotas o como animales de compañía. De esta manera intentan salvar la especie y dar salida al stock de toros esperando en esa galería de muerte tan indigna y anónima que es un Matadero Municipal.
¡Qué bien explica las cosas este Dn. Florentino! No sé por qué no es ministro.
El caso es que ahora, ya no sé si hubo toros o no de Escolá; parece que algo salió en la tele, pero … ¿qué fue?
Yo sabía que dos toreros finos como el jerezano Pérez Mota y el sevillano Miguel Ángel Delgado, se habían puesto guapos y preparados para torear ese hiero, incluso por la vía de la estética. Entonces ¿qué pasó?
Me cuentan que ante la exigencia de ambos que se jugaban tener más experiencia, y más contratos, con lo que saliera de esa corrida, la “autoridad” obligó a Robleño, ducho en manejarse exitosamente ante esta ganadería, a explicarles pormenorizadamente como son los toros de Escolá, esos que no vimos nadie.
Pero bueno, ¿salieron o no salieron los toros de Escolá? Yo preguntaba a la gente y alguno llegó a confesarme – yo toros ví, pero no eran los de Escolá -, y vuelta a preguntar alimentando cada vez más la duda ¿salieron o no salieron? . Hasta que llegó Mary Pepa que me paró y me miró a los ojos: – ¿Otra vez con las dudas obsesivas de siempre – dijo medio enfadada medio amenazante -, ¡volveremos al tratamiento!. Así que me he callado.
Dibujo 108.- Robleño, explica a Pérez Mota y a Miguel Ángel Delgado, cómo eran los toros de Escolá de antes que él toreaba.
Cuarto festejo.- Salieron Novillos-toros de la “afamada Fuente Ymbro” con su jefe presente, Sr. Gallardo, para juzgarlos “a pie de obra” . No sabemos cómo se sentirá ahora ni qué habrá dicho o aprendido de esa experiencia. Nosotros que fuimos siempre los defensores de su ensayo químico-biológico de mezcla de castas, esta temporada ya le hemos sugerido que ponga su stock a hacer el año sabático, y procure cuidados a su salud evitando disgustos y sobresaltos.
Así que digamos que el ganado era infame independientemente de su presentación más o menos correcta.
Hubo algo magnífico en el festejo de ayer: el apoyo del público a los novilleros que es una apuesta por lo nuevo. ¿respondieron ellos a este apoyo? No podría decir que No, porque no tuvieron enemigos con los que confrontarse.
Por ejemplo: Mario Diéguez, torero “de fino sevillano” que venía desde Coria del Río a hacer un toreo de artista exquisito. Bueno, pues en realidad, lo único que hizo – o le salió – fue una magnífica voltereta total con la ayuda de su novillo, en la que fue empalado desde su posición erecta y vuelto a poner otra vez de pie sobre la arena (aunque por aquello de la masa y la densidad terminó apoyando el culo para mayor seguridad). En su 2º toro, tuvimos ocasión de ver otra cosa magnífica, un salto de la barrera del toro, tomado desde una posición, velocidad y dirección tangencial (no sé si estilo Fosbury o rodillo ventral) que envidiaría cualquier saltador de altura. Si es capaz de que sus toros realicen estas “genialidades atléticas”, el bueno de Diéguez podría olvidarse de su torería – que la tiene – , para ganarse la vida actuando de plantilla en el “Circo del Sol” .
José Garrido, viene de esa Extremadura que tan buenos alumnos y figuras nos va proporcionando. Nos pareció el torerillo más hecho para afrontar este compromiso y otros más serios, tuvo que enfrentarse a toros ilidiables, particularmente su 2º, que cerraba la corrida y que se empeñó en repasar los números a base de leerlos uno a uno por todos los tendidos de la plaza. Carrera de torero tras el toro a ver dónde podía pararse para meterse el bajonazo que merecía. Antes nos había hecho ver su valentía recibiendo a porta-gayola, y trató de decirnos que con el capote a la espalda no todo son gaoneras, por ejemplo los faroles invertidos. Y antes también habíamos tenido que presenciar un puyazo infra-animal (no cabe decir infrahumano) de Curro Sanlúcar como respuesta vengativa a un primer encuentro fallido por su mala puntería. (¡ de esto no tenía la culpa el toro, hombre!)
Y por fin llegamos al fenómeno del valenciano Román, extraño este caso, salvo que sea una de esas excepciones confirmantes de toda regla. (todo en él es inhabitual, hasta su nombre que no parece necesitar apellidos que lo completen). No puede ser casualidad que a él le correspondieran los dos novillos mas infames, porque todos padecían de esa condición; es que él lleva el Caos allá donde vaya. Nunca ví un desorden tan magnífico en la plaza, como cuando él tenía que mandar en lo que ocurría en el ruedo. Toreó en tablas no solo por la querencia mansa del animal sino porque le dio por allí, como podía haber llevado al toro a Sagunto, o torearlo en una fuente pública. Román Torea como es, espasmódico, tal como habla, explosivo de interjecciones, a golpes y sin ninguna armonía, técnica ni suavidad. Curiosamente esto prendió en los tendidos que se emocionaron, aplaudieron y lograron para él una vuelta y una oreja. Yo no me aclaraba. Mi cabeza se marchaba a el recuerdo de lecturas infantiles de Guillermo el Travieso, así que le pregunté al Eustaquio a ver qué le parecía; a él le sonaba mucho a otro fenómeno heterodoxo de los 60, el de ahora con más ingenuidad que picardía. Don Florentino nos explicó que posiblemente Román padecía de A-sintaxis, que es una enfermedad o malformación genética que consiste en la incapacidad para hacer oraciones largas y seguidas, y que lo mismo se expresa a nivel lingüístico, que verbal, conductual o artístico. ¡qué bueno es saber las cosas!
Total que al final el resultado estuvo en las manos del ganadero señor Gallardo dueño de la manada de Fuente Ymbro, que les envió a los 3 a casa; pero salvo Román a quien le dio la nota el público, los otros dos no supieron si les habían mandado de vacaciones definitivas, eran candidatos a un reto, o solamente tenían derecho a un pequeño tiempo de recreo.
Dibujo 109.- Román, Mario Diéguez y José Garrido.- “Guillermo el travieso y su pandilla”
Y van Cinco.
Iván Fandiño es de Bilbao, y lo lleva pregonando desde hace mucho tiempo, naciera más o menos lejos del bocho (ahora botxo). Y como es de Bilbao, pudimos ver una corrida capicúa: la confrontación entre el Noble Bruto (alegoría de un toro bravo) y un Bruto Noble (la por desgracia cada vez mas alegoría, de un mozo bilbaíno). Y además Iván Fandiño se está haciendo un chalé – que allí lo llaman caserío – en el monte Gorbea, o en el de Orduña, que a él le da igual. Y un día le dijo el Patxi que le lleva la obra: – Oye Iván, pues. Y tú que vas a Madrid ¿no encontrarías por ahí una Puerta algo grande pá cerrar la huerta, que las que me traen de por acá son todas de hierro y no hacen juego? . Dicho y hecho. Iván se vino a Madrd, vió la puerta de la plaza de Las Ventas, le pareció que correspondía a la petición de su amigo Patxi y se la llevó con él.
Así de sencillo, no necesitó para ello ni máquinas ni mozos de cuerda, solo dos toros bravos, y esto se los dio con largueza Juan Pedro Domecq con sus Parladé. A los dos los pasó por la derecha y por la izquierda. Por delante y por detrás, con la mano baja por el debajo del pitón para dominarlos, a la distancia en los que se deja ver venir el peligro y la bravura del animal, y en los remates más arriesgados que airosos. Todo ello sin mover un músculo ni un mal gesto. ¡Es que es de Bilbao!.
Para rematar a ambos toros, y por si había gente dudosa en los tendidos, se inventó suertes escalofriantes; en el primero unas “bernardinas” más cerca del hule que de sí mismo; y en el segundo una suerte de matar sin el alivio de la muleta, a lo topa-carnero que solo un suicida bien experimentado podría haber rematado mejor. (¡Ay! Cuánto nos recordó esa suerte al malogrado Antonio-José Galán, valiente compañero de terna de Paco Ruiz Miguel frente a aquellos victorinos casi primerizos de los años 70). El caso es que levantó al público de sus asientos, y el público le levantó a él en hombros para ofrecerle la primera Puerta Grande de este San Isidro, que además creo que se la venía mereciendo desde hace años.
No me dejo en el tintero reseñar la buena cuadrilla que lleva Fandiño, sin alharacas, trabajando para él. Sus picadores le dejar los toros medio crudos, como él los quiere, y esos subalternos, particularmente Miguel Martín, ¡qué segundo par el suyo!, ¡qué manera de llevar al toro a la zona donde menos soplaba el viento tan molesto para el torero sin malgastar un solo capotazo! ….¡ qué bien ¡
También estuvo por allí Manuel Jesús el Cid, con tan buenos toros como Fandiño; pero ya lo venimos diciendo desde Sevilla; este Cid, no es el de antes, lo vemos ya mayor, y debe de estar próximo a la jubilación porque ha decidido trabajar solo media jornada, que en términos taurinos es torear solo por un pitón. Al primero, que tenía un pitón izquierdo de dulce le toreó bien, pero en otros tiempos, con ese material, hubiera puesto la plaza “patas arriba”; por el lado derecho ni lo probó, el Boni le había dicho que por ese lado tenía “mal de ojo” y ¡cualquiera le lleva la contraria al Boni en Madrid! Con el segundo, – que se vino arriba después de un quite emociónate por chicuelinas de Fandiño- , por para darnos una visión distinta solo le toreó por el lado derecho sin insistir demasiado en bajarle la mano no sea que viera que podía dominarlo. Bueno, el Cid fue siempre así, ¡muy suyo!… y de Salteras.
Y nos queda Ángel Teruel Jr. (el respeto al padre nos hace guardar el nombre y el apellido solo para él), torero de Madrid, y como su dinastía elegante, fino, educado y valiente. Quizás algo menos chulapo que su padre pero tan pulcro en el toreo como aquél. No tuvo suerte en esa tarde en la que le tocó un primer toro bueno, pero cuya fuerza duró solo la primea serie de muletazos, y un segundo más “trasmisor” pero no acompañado del público que ya solo pensaba en sacar en hombros a Fandiño. Digamos que sorprendieron sus muy buenas maneras de torear y su sitio ante el toro a pesar de las escasas corridas que lleva. O es ciencia infusa o todavía le corre la sangre del padre por las venas. ¡Hay que volver a verle, señores empresarios de las Ventas!. Si es un torero de Madrid, que lo sea también para Madrid.
Jesús Fandiño y su Puerta Grande de las Ventas
6ª.- Toros de la Palmosilla para Juan José Padilla, Manuel Escribano y Joselito Adame.
Señor Presidente: En el día de ayer tuvo que oír en la plaza de Las Ventas los gritos que le calificaban a Ud., de sinvergüenza y de ladrón. ¡Bien! Eso me evita escribirlo. Y espero que esto no se tome como delito de desacato a la autoridad porque no era, ni es, un insulto a su persona, que nos/me importa un bledo, sino al ejercicio de su función de Presidente en la corrida de ayer.
No tiene Ud., ningún derecho a robarle a un torero el premio a su esfuerzo y su riesgo, ni lo tiene de provocar a un colectivo – el que asistió a la plaza o el que lo vio por Televisión- la frustración de un gozoso estado de ánimo al que tenía derecho a sentir.
Tengo que aceptar que no entiende nada ni de su función, para que de manera tan torpe, cambie la administración de un Orden Público (que a eso va) por el ejercicio de un autoritarismo antiguo (que parece que a eso fue); como no entiende nada – o no es capaz ni de percibir la realidad ni de escuchar a sus asesores – a la hora de tomar decisiones justas y democráticas. Solo sabe, eso sí, como si del Far West se tratara, desenfundar rápidamente el pañuelo verde cuando lo creyó oportuno, y así demostrar que es Ud., el que manda “allí”.
Como no entiende en absoluto de lo que es una Fiesta de los Toros, y que ese Toro, al que Ud., que a lo más que llega es a saber de su anatomía, es también el símbolo de la Vida o de la Muerte; y que la gente acude a elegir y vitorear a un héroe que con riesgo, arte y dignidad es capaz de ilusionar en vencer esas dificultades que nos trae el vivir, o soñar con la burla artística a la muerte. O en todo caso sentir que el toro es simbólicamente representante de ese peligro monstruoso interno-externo que nos limita, que nos impone su fuerza, sus leyes, que otros llamamos Superyo, y del que suspiramos liberarnos un poco de vez en cuando para soñarnos libres y dioses. ¿No lo sabe? ¿No lo entiende verdad? Y por eso atropella lo que tiene delante: la razón o la verdad emocional.
Ud., en su torpeza y emulando lo que otro colega suyo, el Sr. Fernández Rey hizo en Sevilla con otro torero: Manuel Escribano, han robado una oreja a toreros que han estado a punto de dar la vida para ilusionar a un público. Eso es de ladrones, y Ud. se la ha quitado en la tarde de hoy al mexicano Joselito Adame, una oreja merecida a ley, y a ley pedida en asamblea pública; un insulto a un torero y a una nación que lucha por traer aquí a lo mejor de sus representantes que tan cicateramente tratamos, mientras que en esto de los toros, allí se muestran magnánimos con nuestros enviados. Ud., – no quiero saber su nombre para no reseñarlo – ha hecho por la creencia de nuestra Leyenda Negra en Méjico más que las tropelías de Hernán Cortés.
Por hablar de Ud., solo se ha beneficiado alguien que ha pasado injustamente a un segundo término: el propietario de la Ganadería La Palmosilla, tan desvergonzada en su presentación como Ud., en su funcionamiento.
Tanto buscar enemigos a la Fiesta y resulta que los tenemos dentro; Una ganadería sin casta y un Sr. presidente al que sugerimos que – dada la época de alergia en la que estamos -, utilice sus pañuelos para aliviarse de ella y deje al país y a la Fiesta Brava en otras manos.
7ª de Feria: Hoy día de San Isidro, mis compañeros me han dejado solo. Eustaquio dijo que no se perdía las porras de la pradera de San Isidro y espero que haya encontrado el lugar, aunque me temo que él iba a intentar “pillar carne” de alguna maja acordándose de que hoy era fiesta de solidaridad. Para estas cosas del jaleo, mi no ha perdido ningún circuito neuronal.
También me ha dejado solo Dn. Florentino, a quien le llegaron unos amigos de su tierra natal manchega (la maragatería fue solo un paréntesis), y ya sea porque les animó eso de venir a la capital, ya sea porque como viven pegados a la tierra hacen de San Isidro un santo multiusos, encontraron motivos justificados para irse de “picos pardos”; o sea, en su caso, a contarse recuerdos, visitar familiares comunes y terminar merendando en casa de Rosenda esa que es prima de todos, eterna cincuentona y que sabe preparar tan bien las copitas como aderezar hacia picante los comentarios.
La Mary Pepa, supongo que se ha ido también porque hoy apenas la he visto el pelo, Pasó por aquí por la mañana, cantarina ella y pizpireta más que cualquier día. Así que, o le ha llegado el novio, a la sazón guardia civil en Pinto con mucha “varalta”, o la Primavera se le ha colado entre los vaqueros.
Muy bien, pues sin deberes ni vigilantes ¡a los toros con toda la TV para mí, sin ninguna interferencia, que el día se presenta bien; hoy vienen nada menos que los toros de Victoriano del Río y tenemos ante nosotros tres expectativas a satisfacer. El retorno-despedida de Ponce después de 25 años de alternativa y 5 de ausencia de la capital, ver si al Castella se le han pasado los modales versallescos e inicia la competitividad y la ilusión que podía despertar el nuevo confirmante: David Galán, el hijo del malogrado y temerario torero malagueño Antonio-José, refrescado su recuerdo por la manera de matar que tuvo Fandiño al último de su lote en la manera y formas que tan típica y repetidamente vimos hacer al diestro de Estepona.
Allí estaban los tres, con los toros de más presencia que fuerza y fondo, alguno rico de peso y pobre de casta y todos toreables si se les ponía entusiasmo.
La expectativa Ponce quedó en un fifty fitty que se dice ahora. No le gustó el primero por flojo, a mí tampoco; no le rozó ni salpicó el vestido, y en su segundo quiso poner “todo lo que lleva dentro” y se dio una rabieta fenomenal (no me atrevo a decir calentón por el respeto que me merece su aire tan casto), de la que salió al final una faena llena de detalles finos, adornos, quiebros, trincherillas, cambios de mano, estampas toreras, algún pase, etc… Con poca sensación de coherencia pero aquello parece que le bastó a él y al público. Mató mal porque el toro, como sus hermanos, no venían muy dispuestos a favorecer la ceremonia con un dejarse morir con rapidez. Esa vez sí se manchó, (no por la cercanía sino por la salpicadura de sus propios movimientos), saludó, le saludamos, y le esperamos en la historia, que se lo merece. Su gesto frente a este toro, se me antojó parecido a esas viejas y crónicas parejas, ya desgastadas de tantos encuentros no comprometidos, que reconocen finalmente “que se les ha pasado el arroz” o uno de ellos ha decidido la vida monacal. Se juntan una o varias veces para despedirse corporalmente (por el aquél de llevarse alguna sensación con la que soñar). Saben que no están para esos trotes, (como nunca lo estuvieron), y hacen manitas, algún desliz de la mano hacía partes hondas, seguidas de una pequeña sonrisa complaciente, algún empujoncito – o espasmo – en alguno de ellos que les sirve para presumir todavía de reflejos anatómicos, y así pasan la tarde. No terminan por decidirse a ir a un hotelito, la realidad puede ser más amarga, el orgullo de uno mismo hay que cuidarlo, y tienen toda una vida para recordarse.
Castella no quiso ver tampoco al primero, tenía poco que lucir y mucho que sufrir, así que lo re-envió a su lugar de origen pero muerto. Al segundo le vio más movilidad trató de darle hondura y torear en dominio. Pero al poco tiempo el toro empezó a mirar para la barrera y a hacer señas al mayornal ¿qué creerás Uds. que pedía?, ¡El cambio! Como a los futbolistas de la tele, ya se le habían subido los gemelos y quería volver a la ducha. Castellla, chico listo él, trato de sujetarle con ese toreo de parón y tente tieso que tan bien se le da. El toro tampoco lo aguantó, y con una gran estoada se despidió hasta la próxima.
Así que nos queda el hijo de Antonio-José Galán. Toreó bien, a su estilo de torero de raza, de compás abierto, buscando al toro, y bajándole la mano aunque un poco lejos de sí. Dió dos buenas series con la derecha y no se arredró con las manoletinas del protocolo actual. Muy bien. Increíblemente bien para lo muy poco que torea, Tuvo además el detalle de brindar el toro a sus “compañeros de banquillo” y llevarles un poco de esperanza. Ha mantenido muy alto el apellido de su padre, Enhorabuena chico, te mereces más de lo que hasta ahora te ha dado la vida.
Dibujo 111.- Ángel Teruel y David Galán – Toreros de dinastía
La siguiente, 8ª de feria: día 16 de mayo. Es el día de Joselito “el grande”. Nada de lo que se haga ese día tendrá más merito que recordarle.
¿Qué murió ese día? ¿Un torero, tal vez el más inteligente y el más grande? ¿Un tipo de toreo que evolucionó de la defensa al dominio? ¿El mito social del hijo perfecto? Sí, seguramente murió todo eso, pero Joselito era fundamentalmente el Símbolo de la ingenuidad de un país, de una historia soñada. Con Joselito murió la ilusión de que en España, todavía en algún sitio, existía alma de niños sin contaminar, ese tipo de inocencia a cuyo lado nos protegemos de las nubes más que con Santa Bárbara, esa parte que colocamos delante de nosotros como escudo para protegernos del asalto violento de los otros, y esa intimidad en la que nos refugiamos para contrarrestar fantasmas de sentimientos negros. Con Joselito murió la infancia de un pueblo que renegaba de ser cainita desde su fundación, como murió la creencia omnipotente en unos poderes salvadores y se fue también la ilusión de vivir amores sin dañar y sin ser dañado. Desde él, y hasta que alcance su madurez, España vivirá la adolescencia desgarradora de las pérdidas, las búsquedas orgiásticas de excitación de poder y las rebeldías más infames contra el bien conocido. Tenía que morir, era… ley de desarrollo y progreso.
¿Podemos hacer otra cosa mejor que rezar y llorar por lo que ya nunca, nunca, ni siquiera soñaremos?
En Madrid – que está lejos más en capacidad simbólica y en ánimo que en kilómetros de la historia de Talavera -, se juntaron a otra cosa, a cumplimentar un rito sin espacio para el misterio: El Fandi, Fandiño y Joselito Adame (llamado tal vez por la similitud hipocorística de su sustantivo con el ausente), a despachar un envío de Vegahermosa, con más movilidad que fondo.
El Fandi no supo calibrar bien la fuerza y la gasolina de su primero. Como salió corretón le desafió nada más verle, y en la primera carrera Fandi ya le había sacado dos cabezas (las mismas que coloca fuera en el momento del encuentro). El toro se rindió, ni siquiera echó esa carretita hacia atrás que el torero invita; vencido en las carreras que creyó que era su fuerte se entregó a morir más que a la muleta.
En el segundo toro, también móvil, Fandi volvió a demostrar que corre más que ellos. Esta vez, eso sí, puso un gran segundo par de banderillas. Al final el toro también se le paró pero él, que es muy cumplidor, nos obsequió con un toreo tan revolucionario que se puede hacer en casa, “on line”, que se dice ahora. Antes, el torero estaba quieto aguantando las embestidas o las terroríficas paradas del toro hasta sacarlo por donde se podía, ahora, con esta versión es el toro el que está inmóvil, y el torero el que embiste, anda, Se mueve, duda, y sale por donde Dios le da a entender. Así, hasta toreo yo mi bidé. Mató de una gran estocada, es justo reconocerlo.
Iván Fandiño venia lleno de valentía a torear cualquier cosa que le saliera por el portón, pero no siempre las cosas son posibles. Su primer toro salió bueno pero culposo, se pasó la lidia arrodillándose y pidiendo perdón por lo que hizo su paisano y antecesor Bailaor; en una de éstas le dio una tarascada a la rodilla de Fandiño para que también se arrodillara que estuvo a punto de enviarle al vestuario. Como si le hubieran entrado Pepe o Diego Costa.
Su segundo tenía más movilidad y más fondo, pero menos clase. Iván se fue por él, se lo llevó a los medios donde no tenía más remedio que embestir y allí intento hacer un buen toro, sin conseguirlo. Al final unas muy ajustadas y valientes manoletinas constituyeron la preparación de una estocada a ley en el segundo intento.
No te preocupes Iván. Yo siempre te aplaudiré, sobre todo por la valentía y el orgullo de seguir manteniendo tu nombre de pila, sin tener que recurrir a la concesión gregaria de cambiarlo por Ibon.
A Joselito Adame no le fueron bien los vientos, tanto los climáticos como los que sacaba el toro con sus embestidas que arrancaban la muleta de la mano del diestro. Y eso a pesar de su pequeñez, así que vimos una curiosa confrontación mexicana entre el toreo macho de Joselito y el aire del toro que salió chiquito pero matón. Valiente sí fue el resultado, pero echamos de menos un poco más de ciencia tauromáquica para manejar ese tipo de animal. Porque cuando lo entendió ya estábamos un poco aburridos.
El segundo, para desgracia del torero, no venía con ganas de embestir, y aunque se le probó bien por arriba con estatuarios y por abajo con dobladas, no acabaron de entenderse. El toro no era ni malo ni bueno, solo bruto. Fue un toreo de miradas aviesas y torticeras entre ambos, y aunque se arrimaron no se compaginaron, para terminar, como era de esperar, de malas maneras.
Y lo que digo, era el día de Joselito, el Otro, el Gómez Ortega, “el Gallo”, el Grande, …. no el Adame.
Un respeto a la historia, a sus mitos y a sus símbolos.
La 10ª ( de la 9ª nos salvaron los caballos de cuyo ejercicio no sabemos nada)
Era domingo, así que tocaba toros que puedan servir de mascota para niños o de animal de compañía para adultos, es decir, toros sin peligro. Pero esto solo lo planifican las autoridades españolas, y no contaron con la coincidencia de traernos ese día una vacada portuguesa que ignoraba ese cambio de tarea. Así que llegaron toros sin saberse su papel, y hubo que embriscarles entre ellos a ver si se les pasaba la guasa o se adaptaban a los nuevos tiempos. Se pegaron entre sí y dos de ellos quedaron inutilizados, los que salieron en su lugar eran bueyes sabedores del interés empresarial, pero alguno de los otros todavía conservaba algún malintencionado empuje.
Para mala suerte, ese día correspondió a un cartel en el que dos toreros interesantes tenían esa única oportunidad en esta feria, y esto no es justo. El mundo de los toro se ha vuelto más cruel en las oficinas qu en los ruedos.
Paulita, aragonés, tiene cara de torero antiguo sufrido y amargado. No sé por qué me recuerda tanto su figura a la de aquél valiente José Pacheco “El Califa”, los dos tienen en común su permanente peregrinar por sitios difíciles. Este Paulita es además torero artístico y quiere hacer las cosas bien, pero ha tenido que sobrevivir con lo que le salía. Nos parece un milagro que todavía conserve las ganas de torear y su buen gusto.
Llevaba 5 años sin pisar el ruedo de Madrid y su primero al que recibió bien con el capote no tenía fuerzas para hacer nada con él. Al segundo, toro acosador y atropellador de caballos, Paulita le bajó los humos con unos doblones de mucha torería, pero el toro cambió para mal, y desde ahí se lió a dar cabezazos y embestidas torcidas hasta el final. Luchando contra la poca clase del bicho logró alguna serie semi-completa; arriesgando y pese a las dificultades, mató bien.
Los aplausos que recibió no creo que le aliviaran del infortunio.
Morenito de Aranda, de Burgos, tiene cara de torero guapo y como tal torea con gran guapeza, sobre todo con el capote a la verónica. Hay que ver qué manos bajas llevando al toro hasta los medios.
Su primero cabeceaba de lo lindo y solo tenía un lado por el que quisiera pasar, siempre rebrincado y con la cara arriba, lo hacía como no queriendo, como si fuera la opción menos mala que tenía. Seguramente, como estamos en periodo de elecciones, se ve obligado a votar solo por un partido y no va demasiado convencido.
Su segundo dio más que decir, que no es lo mismo que torear. Era enorme de tamaño y todos pensamos que se habría agotado después de darse dos vueltas al ruedo mirando a la plaza. Pero ¡qué va! cogió al caballo con una fuerza tal que el picador hubo de centrar toda su atención no en el puyazo sino en no ser derribado.
Y también saltó al ruedo un seudo-espontáneo la mar de gracioso. Salió del burladero cuando ya había pasado el toro, y hacía señas vehementes a los subalternos para que fueran a recogerlo antes de que el toro volviera por sus cercanías; una vez tomado del brazo, se acercó mansamente a la barrera, pero metido en ella se arrebató de vergüenza torera y le dio una tremenda pataleta alegando que no le había dejado torear; necesitó de toda la Policía disponible para hacerle entrar no ya en razón sino en evitación del ridículo.
Y a todo esto la gente pegándose por los tendidos. Ya lo saben los empresarios, cuando no se contiene la ansiedad en la tarea (en el ruedo no pasan cosas interesantes) se le da una patada hacia arriba o hacia abajo al conflicto y que se peleen en otras zonas.
Yo creo que además el toro era algo bujarrón, porque al llegar a Morenito se paraba, le miraba y remiraba, y a veces se daba el capricho de embestir un poquito para hacer la gracia al torero. Sin embargo al final pudo más su pasividad o pasotismo que su casta.
Paradójicamente, cuando tenía que estarse quieto, que era a la hora de recibir la muerte, empezó a moverse de un lado para otro, así que hubo que matarle medio a traición y a “descabellazos” que tiene algo de indigno o ignominioso, como si le hubieran castigado públicamente por el aquél de su libido desviada.
Sebastián Ritter, de Colombia, todavía no tiene cara de torero, y por si fuera poco tiene nombre de de físico dedicado a la electrónica, pero viene con la patente de haber pertenecido a la cuadra de Corbacho – un respeto y recuerdo a quien fue el mejor criador de figuras taurinas -, y eso nos garantiza que lleva algo dentro especial para tener todas las expectativas puestas en él.
El primer toro se fue claramente contra él; aún ignoramos como su cogida quedó detenida en la taleguilla. Solo pudo sobrevivir.
En su segundo y último, impuso su ley; la ley de Ritter que desarrollaba también el malogrado Corbacho: los cuernos solo hacen daño cuando entran. Así que él se puso allí, y a todos nos puso inmediatamente una corbata biológica. El toro gozaba de sus muslos entre la amenaza y la ternura, tomaba apuntes del bordado, criticaba la marca de la seda, anotaba la dirección del sastre para afearle algún pespunte suelto, y se llevaba en sus hocicos todo el aroma del miedo.
El público, como en los circos de Nerón gritando ¡mátalo! ¡mátalo ya! porque no soportaba la angustia y yo …. con mi caja de Lorazepan finalizada y hasta el lunes que viene el médico sin recetas ….. ¡vaya por Dios ¡….
Dibujo 112.- Morenito de Aranda, Paulita y Sebastián Ritter
11ª.- Novillada a lo grande, Novillos-toros de “el Montecillo”. Bravos, nobles en general, huidos en el primer tercio pero que daban buen juego en la muleta, peleadores en el caballo como hace casi dos siglos. Derribaron con estrépito 4º y 6º, éste último dejando un caballo herido que costó Dios y ayuda volverle a su natural cuadrúpedo.
La terna, lo mejor y más rimbombante del momento: Francisco José Espada de Madrid (Fuenlabrada), Posada de Maravillas extremeño, y Lama de Góngora sevillano. Trío de Ases y de futuro.
Francisco José Espada, en su primero capeó valiente y entró bien al picador que le hizo una carioca innecesaria. Vimos un lindo quite por delantales de Posada. Bien.
Por el lado derecho hizo un buen acoplamiento intentando llevar al toro de largo. Por el lado izquierdo el novillo se hizo toro y le buscó las cosquillas, así que vuelta a la derecha hasta un atropello final. Cuando vió que la faena no iba a dar más de sí, intentó ser breve y se agradeció este ahorro de tiempo innecesario.
En su segundo, novillo con casta, nobleza, fuerza y fondo, derribó al caballo como si le hubiera dado un manotazo y salió siempre suelto. FJ, se acordó de su origen madrileño y salió a bailar el chotis con él. Sin moverse “del ladrillo”, lo toreó con suavidad, temple y hondura en dos series de muleta desmayada, fundamentalmente por el lado derecho, que prendieron ya toda la tarde en el tendido, hasta redondear una faena completa y llena de armonía rematada muy bien con la espada. Un buen novillo para un extraordinario torero. Se llevó una oreja de ley y petición de otra (ignoramos por qué se ha elevado tanto este año el precio de la casquería, hasta hacer que los presidentes se lleven la 2ª oreja para ellos o su prole).
Posada de Maravillas, en su primero, muy suelto, nos permitió ver un bonito quite por chicuelinas de Lama de Góngora. (los toreros deberían de aprender de esta generosidad y compañerismo de los novilleros que permiten que un rival se luzca con material de ellos)
A la muleta, aunque noble, llegó soso, sin chispa ni trasmisión, Posada tiró muy bien de él, pero aquello era un muermo. Mató fea pero certeramente.
A su segundo lo lanceó también muy bien y dejó para el final una de aquellas medias antoñetistas de crujío que se debió de oír hasta en Badajoz. El toro arremetía al caballo con unas fuerzas terribles, mejorando incuso la segunda a la primera vez, se parecía a los saques de Nadal. Estas mismas violencias se llevaron la muleta de Posada a las primeras de cambio y al torero casi detrás de ellas. A parir de ahí, empezaron a no entenderse. El novillo demandaba dominio pero el novillero traía la chuleta de faena por florituras así que surgió el desencuentro. Hay que reconocer que el novillo no era agradable, ni descolgó nunca y siempre salía para afuera. Después de un aburrido no entendimiento, entró a matar de forma precipitada pero eficaz. Gracias.
Y llegó Lama de Góngora, con su oreja de Sevilla aún colgando en la solapa.
Con su primero vimos un gran manejo de capote, ¡como se ve que utiliza ese capote de seducir tendidos y de indultar toros que le regaló José Mari Manzanares!
El novillo que le correspondió, precioso de lámina, burraco y salpicado, enorme de presentación y peso, era malo a rabiar, y pesado, muy pesado a la hora de embestir. Sabía muy bien quien le podía herir, y huía de ellos (banderilleros y picador) tanto como ellos de él, y así todo se volvió muy lento.
Lama de Góngora lo metió muy bien en la muleta, inteligente, sin quitarle la fámula de la cara para taparle la salida y evitar su fuga a tablas. A la gente esto no le gusta porque piensa que ara hacer la carioca ya están los picadores, pero hay toros que no se merecen otra cosa, y con este truco sacó una muy buena serie por la izquierda. En el momento de la verdad, su segunda entrada al volapié fue perfecta, clásica y rotunda, preciosa en su ejecución, más que en sus efectos. Se merecía más que una ovación.
Su segundo estuvo dominado por el derribo al caballo, la herida en este, cómo se cebó y las dificultades para sacarle de su celo equinotrópico, así como por las mil fatigas que los monosabios pasaron para ponerle en pie. ¡hacía tanto tiempo que no pasaban estas cosas que tuvieron que ir a ver el Cossío porque no sabían cómo manejarse!. Al fin leyeron la indicación: ¡quítese primero el peto que pesa más que dos bueyes juntos”! Cuando lo hicieron el caballo se lo agradeció con un pequeño trote hasta la cuadra. El compañero del picador maltrecho, por aquello del corporativismo, se vengó y le atizo una vara que le descompuso.
Lama intentó torearlo pero el novillo, entre tanto trajín y contratiempo ya se había olvidado de lo que tenía que hacer, perdió su bravura, su interés y se puso a la defensiva Así que como la atención estaba en lo del caballo, Lama celoso de esa atención que como artista que es la quiere toda y para él solo, lo despachó rápido con una media.
También fue de agradecer, y este sentimiento fue el general que tuvo la plaza hacia ellos. Esperanza sí, porque ya están en marcha, pero sobre todo brevedad. Lo que sea, menos aburrimiento.
Y llegó la 12ª que sin parecer de mal fario ni ser martes y trece, venía envuelta en aires negros.
Toros del Ventorrillo y de Chospes, salían enfadados y de mala uva. Los primeros por vengar a 4 compañeros que habían sido declarados sin idoneidad suficiente a esta plaza, los otros a merecerse haber sido llamados por ella. Venían con el celo y la envidia encendidas desde los corrales, a pelearse en el ruedo, como gallos, a rivalizar castas y procedencias: unos la línea andaluza de juanpedro, otros aireando antecedentes salmantinos de Atanasio. ¡malhaya sean vuestras reyertas de clase, y la fuerza con esos más de 5 años empujando desde vuestros lomos!.
Salió el primero y se llevó a David Mora por delante para el hule y luego para casa. Salió el segundo y completó la terna enviando a Antonio Nazaré y a Jiménez Fortes a la lista de espera de la enfermería para ser diagnosticados y re-enviados a su domicilio.
Mora que comenzaba el desfile buscó el encuentro con una desafiante suerte a portagayola. El toro no pasó y la cogida pareció terrible, lo arrolló, lo levantó, lo zarandeó, y en el suelo con el diestro caído, indefenso e inerme, a su merced, le perdonó la vida pero no la herida. Con la femoral al aire, lo llevaron al quirófano; un reguero de sangre buscaba el camino para retornar al cuerpo de su dueño.
ese es un toro de Madrid – dijo Eustaquio,
Parece como si se hubieran juramentado que Madrid no es Sevilla y que si allí los toreros se chulearon este año con esta suerte, la capital quiere marcar diferencias. ¿tan perversamente desarrollado pueden tener estos toros su corporativismo para hacer esta reivindicación del colectivo? ¡cosa de no creer oigan!
Nazaré que venía vestido de lila y oro, se empeñó en recordarnos doblemente al gran Antoñete cuando intentó rematar un quite con la media verónica del maestro. El toro se le coló o él no escondió suficientemente su cuerpo. El toro lo vió, y le hizo una mala entrada futbolística a la rodilla cargándose los ligamentos. Esta vez el capote mágico de San Isidro llegó rápido y se llevó entre sus vuelos la cabeza del toro.
Como no le sacaron tarjeta amarilla ni roja como hubiera sido perceptivo, se envalentonó, y cuando llegó Jiménez Fortes ya sabía diferenciar al torero de los trapos, y entraba al primero no a los segundos. Otra vez un capote torero y milagroso por sí mismo evitó la primera herida; luego ya no fue posible, y le levantó y empitonó tantas veces como el malagueño intentó pasarle por el lado derecho. De cada topetazo se perdía siempre algo de tela y también de sangre. No le perdonó la entrada a matar y también le volteó los aires y recibió otra cuchillada. A su valor temerario de querer volver al ruedo, solo le frenó la prescripción médica. Él hubiera deseado borrar el amargo recuerdo de su última tarde en las Ventas, también expulsado de sangres, pero no fue posible. Todavía le queda mucha torería en las venas, así que lo reintentará. Ya ha pagado el precio de su valentía.
Estos chicos torean poco toros de lidia – volvió a repetir Eustaquio,- y se marchó enfadado y sin rumbo, que es la manera en la que él expresa la tristeza.
Cada divisa que se precie, tiene que tener en su historia alguna tarde negra – se atrevió a sentenciar D. Florentino -, y también se fugó escondiéndose tras un libreto de Pasatiempos.
Sus actitudes me sorprendieron. Se fueron consternados, compungidos, pesarosos de vivir lo que habían visto, pero aceptando que la Fiesta de los Toros, la Fiesta Brava es así.
Y se acabó la tarde con la suspensión de la corrida. Solo quedó un silencio gris por los tendidos, angustias sin cuento en los callejones, y en el ruedo sólo soledad y frío. Las palabras se escondían como podían bajo un murmullo para no despertar y volver a traer a la muerte que había pasado tan cerca.
En mi mente bailaban ideas extravagantes como fantasmas sin cabeza intentando encontrar sentido a lo siniestro. ¿Había alguna explicación mágica a lo ocurrido? ¿existía alguna mano negra torcedera de destinos? ¿Una conspiración paranoide había ejecutado algún plan premeditado? Así bailaban mis fantasías a ritmo de loco rap. Y entre ellas, un no-fantasma que iba y venía: la Empresa celebraba el Cincuentenario de la presentación en su ruedo del torero más revolucionario de los últimos tiempos: “Manuel Benítez El Cordobés”. ¿había alguna conexión?
Estoy acostumbrado por mi profesión a comprobar que lo que no se recuerda con palabras, se repite con actuaciones como forma de conservarse el hecho original. Para eso están las tradiciones folklóricas, y, como ahora la memoria es tan frágil (¡vaya proyección!) o el ritmo de la vida es frenético (¡vaya racionalización!), se me hacían las neuronas agua en la creencia de que la historia de la tauromaquia los quería recordar que así fue la presentación de El Cordobés en Madrid, con una cogida tras la que quedó inerte en la cara del toro, éste le perdonó la vida, y con ella (la cogida), la afición le perdonó su forma de torear para permitirle el triunfo.
¿O era el espíritu del diestro, hoy retirado, el que se adueñó de los toreros de hoy para hacerles repetir aquellas sus formas taurinas de comienzo, en las que bailaba más en los aires que en la arena?
Un duende demoníaco entró para decirme al oído que en realidad era el inconsciente colectiva del coso venteño, el que de forma vengativa se oponía a esta celebración de la “memoria histórica” deformada ¿por qué – le pregunté -. Tal vez – me contestó – la Plaza , su afición, no se ha perdonado todavía sucumbido a la presión social y haber orejeado hasta la saciedad aquel toreo “socio-mediático” tan extraño al gusto cabal de sus tendidos.
¿o también estos pasatiempos mentales y obsesivos no eran más que una manera cobarde de huir, como el Eustaquio y Dn. Florentino, de esa congoja que me había creado sentirme corista de esta sinfonía de Vida o Muerte que es la Corrida de Toros?
Cuando aparece la sangre, la culpa siempre viste fantasmas con galas venecianas para mitigar el dolor y sentirlo menos crudo.
Dibujo 114.- Cincuentenario de la presentación de “El Cordobés” en Madrid.- “Bodas de plata y sangre”: David Mora, Antonio Nazaré y Saúl Jiménez Fortes
La 13ª, era la de la Prensa (¡la de esa maldita prensa!), y para seguir el carácter festivo del día, a la Prensa no le dio trabajo. No tuvieron nada que decir.
Se aseguraron primero con la ganadería; trajeron los Juanpedros, que como son la mayoría fueron coherentes con su tópico de mayoría silenciosa. Nada que decir de ellos, al menos, poco bueno. En el recuerdo solo tengo la estampa de 2 toros “coloraos” de lámina y preciosos. Lo que hicieron, que fue poco, se debió a lo que el esfuerzo de los toreros les sacaron, no a su propia cosecha. Su falta de acometida intentó taparse con cornamentas exageradas, pero eso solo se lo traga Pamplona.
El primero de El Cid fueun toro que no gustó a nadie,ni siquiera a sí mismo a pesar de su lámina, castaño claro. Su propia anatomía era una contradicción, la mitad le invitaba a arrodillarse y la otra mitad levantaba con cierta altanería la cabeza. El Cid intentó hacerle una faena “a lo Ponce”, pero el público no estaba por la suplantación no se lo agradeció; además no tiene asa mirada seductora para los toros que tiene el maestro de Chivas y no encontró eco en su oponente. Lo despachó rápido. El segundo aún fue peor. Hay que reconocer que su lote no le ayudó mucho pero no nos oculta que parece que ni él ni sus huestes, están preparados para la brega y la lucha contra las fortalezas andantes inexpugnables de otras épocas. Sus caballeros de entonces: los Alvar Fáñez, Martín Antolínez o Pedro Bermúdez, que ahora se llaman El Alcalareño. El Boni o El Pirri, no están dispuestos a gestas épicas. El Boni ya pone las banderillas a sobaquillo, al Alcalareño los toros le enganchan el capote. Bueno….bueno… ¡quién lo diría! Y el maestro lo mismo, está para pocos excesos. Hombre alguna cosilla tiene, por ejemplo nos deleitó con un quite por delantales, pero eso, y con aquél inválido, pareció más bien un baile de salón o de presentación social que un asalto, o, silo prefieren, más un madrigal que un cantar de gestas.
El Fandi, estuvo en Fandi, o sea bien de carreras. Ningún toro puede con él. Intentó lucirse en banderillas poniendo 7 pares, 7. Buenos y con riesgo el 2º y el último, los otros demasiado fáciles para su velocidad…. allí se nos aparecían mezcladas con él las imágenes de Gento (para los viejos) o de Ronaldo y Bale (para los de ahora). ¡quién sabe quien correría más!
Al primero, después de unos titubeos, se encontró con un buen pitón izquierdo por el que adornarse y además, cosa rara, encontró esa media distancia que el toro le pedía; así sacó una serie limpia y sentida con gusto. Luego, se olvidaron las distancias, la fuerza y el gusto hasta que un buen estoconazo despachó al toro, que se iba de las 4 patas en el último son del primer aviso. La gente le reconoció y le dedicó unos valiosos aplausos. Con su 2º, aunque lo intentó, el toro se había venido abajo después de las carreras y se puso a una defensiva imposible de agradar.
Juan del Álamo, tiene el favor del público de Madrid, y eso se lo ha ganado a puro h….. Sin preguntar si el toro valía o no se fué a por él, le dio esa distancia en el que se goza de ver venir al toro, abrió el compás, alargó la embestida, puso empaque a su estampa y pinturero en sus remates. Así surgieron 3-4 series, ¡qué más da!, Ya habíamos visto torear. Solo un lunar e su repertorio, el remate de una de sus series con un farol, suerte de escasa gracia que tan repetidamente hacía su maestro y compadre El Viti, y que debe de ser una representación de la ética salmantina, extraña de valorar en otras zonas. Mató bien y se llevó la oreja, la de cada tarde a la que parece apuntado. En el segundo, yo no recuerdo nada reseñable, tanto se ha borrado la memoria que no me viene ni su infame bajonazo… Así que nos entretuvimos viendo lo bien coordinada que está la familia Pirri; cada vez que se encuentran componen un dúo fenomenal; visten igual de azul y plata, (deben de ser de “Depor”), uno a banderillas y el otro a quites. ¡Qué coordinación! ¡Viva la familia!
¡Hala la Prensa! ¡a descansar que también os toca!
Un pequeño añadido: me gusta ver a la Infanta Dña. Elena en los toros, y no me gusta que ningún otro miembro de la familia real no la acompañe en esto, que además de ser una de las manifestaciones de la Cultura Hispánica, ha sido denominada Fiesta Nacional (disculpo al Rey porque su problema de movilidad no se lo permite).
Cierto pudor, y el respeto a una Institución que nos representa, me impide hacer un fácil juego entre cuernos observados y admirados o denostados y sufridos.
Dibujo 115.- Brindis a la Infanta Dña. Elena (única miembro-miembra de la familia real que defiende con su presencia la Fiesta Nacional)
La 14ª (si esto fuera un soneto ya estaríamos acabando). Corrida anunciada “a lo grande”, con el arte por bandera. Vienen los Montalvo que tan buena impresión dejaron en Sevilla y para colmo de lujo, las “revelaciones de este año”: el arte fino de Juan Serrano “Finito de Córdoba”, el embrujo de José Antonio Morante de la Puebla con tanta propaganda detrás como el Circo Americano (el de antes), y la izquierda poderosa de Alejandro Talavante. ¿Se podía pedir más? Adelantemos acontecimientos, la cosa estuvo lejos de salir como se esperaba. Había ya de antemano una disociación entre el alma, predispuesta a la celebración alegre y expansiva, y el cuerpo, aterido de frío en una de esas tarde primaverales en las que aún no se ha ido el invierno, y en las que se añora el sofá casero y el cafelito. Ganó el segundo. Algo extraño se juramentó para no satisfacer expectativas y permitir que el deseo – eternamente hambriento-, se conservara. ¡Falta todavía mucha feria!
– Todo está en relación con el traje que lucen – sentenció inmediatamente Dn. Florentino – al iniciarse el paseíllo.
Finito de Córdoba vestía de azul y blanco, mal barruntaba eso según la sentencia de Dn. Floren, que añadió: – cuando Juan tiene que competir con figuras, se encoge, le da vértigo el triunfo y se quita valor a sus esencias volviéndose un torero vulgar. ¡vete tú a saber – apostilló – qué fantasmas de culpa le ahogan para que ni siquiera se vista primorosamente de otro, y vaya con ese terno entre discreto y subestimado! Y la cabeza del ex maestro se marchó a imaginar vericuetos inconscientes de nebulosas infantiles.
Con su primero, que tenía nobleza y cierta calidad en la embestida consiguió pasarle con el capote y la muleta con trazos limpios, finos y elegantes pero aislados. El toro, no trasmitía aquellos buenos muletazos de Finito y este tampoco estaba demasiado animado; así que al ver los primeros arranques del toro a hacer un cante por tablas, se lo quitó del medio. Recibió algunas palmas porque en el tendido aún podía el alma sobre el cuerpo.
A su segundo llamó al enfermero Florito para que se lo cambiara porque estaba demasiado incierto y a él le mareaba aquella embestida descoordinada. El que salió en su lugar, un Núñez del Cuvillo, sufrió de la misma evolución. Al principio aún soñçó el arte en alguna verónica y una media para dejarle al caballo que estuvieron cerca de lo sublime. Pero ahí se acabó, y de la finura se pasó a la sosería. El toro, que también miró y categorizó el vestido de torear, se pensó que le estaba toreando un subalterno, y como era muy suyo, no se entregó a lo que consideraba un trato inferiorizante. A medida que iba transcurriendo la faena, la figura de Finito se iba languideciendo, difuminando y casi desaparecía a nuestra vista: – ¿ves el efecto de las drogas? – me espetó Eustaquio –, con estos milagros de la química podemos volvernos invisibles. Y eso mismo le ocurrió al animal que como no veía torero solo se arrancaba a los ¡Eh! ¡Eh! que le lanzaba la voz de Finito, una voz cada vez más sorda, cansina y espaciada; así que la faena se convirtió en una sucesión de pases sin armonía ni continuidad, hasta que el muermo cayó sobre ellos y se despidieron amigablemente. Luego dijeron que venía enfermo y con gripe y que estaba machacado por los antibióticos.
-¡Ay la psicosomática!, ¡sus caminos -como los de Dios, pensé yo – son infinitos!
A Morante de la Puebla, no sé si de azul marino y oro o de damasquinado toledano, el público le esperó con un regazo lleno de aplausos, y hasta el viento vino a verle torear. ¡Qué gancho tiene el gachó!
Pero Dn. Florentino lo anunció: – Hoy no le han vestido de torero – dijo – su corbatín-pañoleta no es la grande del arte, sino una más “esmirriada” y chica, más de tramitar protocolos que de oficiar de solemne. Nos lo vamos a perder.
Efectivamente, su inhibición con el capote nos permitió ver un quite de apretadas chicuelinas a Talavante. Y cuando tomó la muleta algo pasó entre el toro y él que no terminaron de entenderse con la cita. Morante le esperaba pegadito a tablas protestando de que más allá hacía frio. El toro le había dicho que gustaba más y mejor de los medios (lo había cantado en el breve encuentro con Talavante), y ambos, cabezones, se negaron a ir a la zona del otro. Resultado, muy pocas veces se vieron juntos, hubo entre ellos poca comunicación y se limitaron a lanzarse algunos mensajes con el Whatsapp. Morante “detalleó” algún escorzo en una faena que salió deshilvanada y sin clase. Todavía fue mayor el desencuentro a la hora de matar, el toro embestía hacia atrás, y ya sabemos que el maestro no es muy arrojado en esa suerte.
El segundo le asustó nada más salir descapotándolo, luego se paraba en mitad de la embestida – gracias a eso el Lili salvó el pellejo – , así que Morante mandó a sus picadores que le mataran, o casi – y éstos lo hicieron. Gracias a eso logró que se enfadaran con él tanto el público como el toro. Extraño arte es éste y habilidad extrema requiere para poner unánimemente a todo un colectivo contra él. Yo creía que era solo patrimonio de los árbitros de futbol, pero no, él también lo tiene. Es raro que no lo hayan añadido a ese curriculum audiovisual que le precede y le sigue.
Alejandro Talavante, oro y nazareno, llegó anunciando valor y torería, y de paso, a hacer penitencia para lograr favores y contratos; que él explicó bien su necesidad al quedar fuera de esos grupos multinacionales que se reparten todo el suelo. Venía también de torero artista y por eso se trajo sus patillas antiguas.
La valentía la mostró inmediatamente. Él no espera a ver cómo es el toro. Va por él, y en tres pases les enseña lo que tienen que hacer. Como el toro es una animal listo aprende rápido, y ambos hicieron una bonita pareja de entendimiento con su remate pinturero para ir al caballo. Desde allí él se va al centro del ruedo, toma la muleta en su poderosa (y artística) mano izquierda y se planta a esperar al animal para quebrarle y hacerle volver con una seguridad pasmosa. Cuando el toro supo coordinar en su embestida la cabeza con los lomos, salieron 2 series de naturales primorosas que prometían salvar la tarde. Toreo hondo, de peso, de torería, al que se añadieron detalles barrocos sevillanos. El toro había sido bueno, y el viento que llegó también inoportuno, se estrelló contra el poderío del extremeño. La faena era de pañuelos al viento, cuando se perfiló para matar así que vió que el toro empezaba a cansarse. Una estocada defectuosa, realmente defectuosa, le quitó las orejas a él y a nosotros nos mermó la esperanza.
Su último toro no salió tan bueno; lo que le ofreció Talavante era demasiado poderoso para él y se rindió en seguida, dejando apenas entrever algún pasa suelto. El diestro, aburrido, entró a matar y el toro “esaborío” le enseñó el hueso. ¡mala tarde!
Antes, habíamos visto un enorme par de banderillas a ese magnífico subalterno que es Juan José Castillo colocadas de poder a poder, en la cara del toro, en la verdad del embroque, sin ventajas velocípedas.
Otra grande, y van 15. La Empresa está que lo tira y ha traído el mejor cartel posible. Con toros de Victoriano del Río, de habitual éxito madrileño, se van a tutear: Julián López “El Juli” (gris plomo y oro), José Mari Manzanares Jr. (grana arriojado y oro) y Miguel Angel Perera ( … verde oliva agostado, o verde esmeralda mate, o verde hoja de parra, o verde botella claro … Bueno, de verde y oro). ¡qué cartel! Ni que esto fuera el Circo del Sol.
Empezamos la visualización, me flanquean por un lado Eustaquio el juzgador, de puro y medio café, y por el otro tengo a D. Florentino de traje rigurso trahe gris-espiguilla con menta-poleo, que hoy particularmente le noto no sé si abstraído o retraído … me quedo con “ido” a ver como evoluciona.
Sale el primer toro, El Juli se lo lleva poderoso con su capote a los medios. ¡Hay que ver que poder tiene este hombre con cualquier trapo que le pongan en la mano! El toro toma una vara larga, larga, y de la que sale de ella y ve al Julil, se pone de rodillas a adorarle y suplicarle que no le castigue. El presidente ese “esaborío” que el otro día no le dio a Joselito Adame lo que era suyo, vió en esa inclinación del toro una señal para confirmar que es el más “rápido del Oeste” sacando el pañuelo verde, así que encargó a Florito que lo cambiara, función que cumplió diligentemente.
¡vaya por Dios! – protestó Eustaquio – ¡ya empezamos!.
El que salió no era Victoriano sino Zalduendo, que no es lo mismo, sino más chico y con menos casta; pero para el Juli todo es lo mismo. Lo suyo es el Poder, y que los demás se apañen. Dejó unas chicuelinas de dominio rematadas con una media soberana, y con la muleta entre pases de desprecio y doblones por bajo se lo llevó al centro del ruedo sin contar con la endeblez del bicho. Cuando éste se vió solo ante el mozo, en esa zona, se entregó y se marchó hacia donde creyó que había venido. El Juli lo remató en ese extraño estilo suyo de mate de baloncesto.
-¡Bah! – dijo rotundo Eustaquio – , y así se quedó.
– Es que torear es como la tarea de galantear hembras – empezó a explicar Dn. Florentino -, y esta pobre chica (debía de referirse al toro) se espantó así que el hombre le enseñó tan crudamente sus vergüenzas toreras (supongo que era el Juli). Era mucho para ella, se volvió con su mamá o a un convento. No tenía otra salida. En mis tiempos pasaba mucho, – terminó diciendo-.
Tengo que reconocer que venía muy bien la explicación, aunque me sonó un poco extraño en la persona de ese tan respetable hombre.
Segundo en la pista. Pero el público se ha puesto contra Manzanares. No tengo muy claro el por qué esa animosidad de entrada. ¿será herencia del padre? ¿será que Madrid, por centralismo tiránico, quiere destronar al “príncipe” de las provincias del Sur?. Porque el chico no hacía nada extraño. Toreaba como siempre, al estilo levantino.. Pulcro, un poquito despegado pero elegante, alargando la embestida, con aceptable temple y soberbia compostura; cuando se dio cuenta de que tenía un buen lado izquierdo acopló dos muy buenas series pero ya la faena había sido envuelta en rechazo y no encontró calor ni quitó el inconformismo a los tendidos.
-¡Pa’ torear así – gritó también algo enfadado Eustaquio – ya tenemos al Ponce!
–No había igualdad –comentó Dn. Florentino-,ella era una chiquilla adolescente, y él un pícaro mozo, ahíto de concupiscencias y muy “corrido” de vida. Así que, como, se ha limitado a levantarle las faldas y mirarle las piernas.
¡Caray este hombre! Lo que sabe de torear por arriba – pensé yo -.
El tercero fue ya otra cosa. ¡Para no contar oiga! ¡Que va el Perera y nos cuaja una faena redonda!. Con un quite por chicuelinas con remate por cordobinas levantó al público del asiento y nos trasportó a otro mundo. Ni siquiera se tuvieron en cuenta las verónicas académicas y la media de enciclopédica viniendo de lejos el toro que nos regaló el Juli. El público y el toro, se hicieron “pereristas” sin límites y hasta siempre, aunque sí se reconoció un soberbio par de Juan Sierra. Todo estaba saliendo muy, pero que muy bien. Luego va Miguel Ángel y se asienta en los medios con unos estatuarios imposibles de espacio, y desde allí empezaron los redondos, o los circulares, o los naturales, ¡ya que sé! ¡Todo! Con lentitud, con ligazón, con armonía, muy suave, muy dulce, muy hondo, muy de verdad, toro y torero. El toro se había entregado a esa sinfonía extremeña. Además mató bien y se fue con las dos orejas. La 2ª concedida por el presidente contra sí mismo, y acompañando la concesión con un gesto displicente, desabrido y parece que lleno de agravios; no le gustó nada verse obligado a mostrar su pañuelo blanco dos veces.
¡Eso es un toro y un torero! – rompió a aplaudir Eustaquia con todas su fuerzas .
Acudió presurosa Mary Pepa a reconvenirle su actitud con el pretexto de que le subía la tensión. Eustaquio aplaudió un poco más fuerte para que ella no llegara a oír el: –¡Mierda!-, que para su desahogo final soltó, y se fue a celebrarlo a la máquina del café; supongo que lo tomó bien cargado.
Como las vueltas al ruedo cunden mucho, me acerqué a Dn. Florentino a ver que le había parecido la faena; pero Dn. Florentino estaba inmerso en sus “eroticidades”, así que a nivel de confidencia me contó que a él le había pasado lo mismo una vez que fue invitado a la fiesta de un pueblo cercano. Allí le presentaron a otra muchacha, también caída de lejos, y los dos solos habían intimado toda la tarde. Ya sin sol, en las eras y bajo el son de una orquesta (llamarlo música era excesivo) ambos se habían dejado mecer por músicas y letras de boleros … en ellos soñaron los Sepúlveda, Machín, los Panchos, Lucho Gatica …,- que en voz baja, de noche y al oído todos parecemos Sinatras -, hasta que lánguidamente, tapados por la noche, la muchacha se le entregó… Para contarlo mejor, sus circuitos sacaron a relucir el Romance gitano de Lorca de “la casada Infiel” y cando íbamos ya a dejarla sin corpiño, que llega la Mary Pepa, que pone oídos y le grita:
-Dn. Florentino, ¡es Ud., un perillán! ¡ya me enteraré yo – remató- si toma las pastillas o no!-.
Y Dn. Floren, se escondió silencioso en su vergüenza con una sonrisa entre complacida y pícara que buscaba un espejo antiguo al que mirarse.
A todo esto ya llevaba un rato por la plaza una “cabra loca” inquieta y persistente que soltó más tornillazos que una ferretería. El Juli comprendió que aquello era indomable y que él no había venido a correr liebres.
-Eustaquio dixit: – eso no se suelta ni al mayor enemigo.
Dn. Florentino, repuesto de “su viaje astral”, le corrigió. No, – replicó – mujeres como esta hay muchas y siempre toca alguna. Son rebeldes, inquietas, llenas de fibras y de saltos, generalmente pecosas, responden a las caricias con pellizcos y a los madrigales con manotazos. En el mejor de los casos terminan como monitoras de Educación Física
No cabe duda de que Manzanares traías hoy su mal de ojo puesto. Se lo colocó al toro y este se iba y se venía allá donde veía, no adonde le llamaban. Lo trajeron a Madrid cuando su lugar era la clínica del Dr. Barraquer, José Mari puso todo su palmito a ver si sufría de una fascinación milagrosa que le recuperara la visual, pero ni por esas. El toro siguió dando tumbos hasta que un buen estoconazo lo envió al otro mundo.
Dn. Florentino dejó caer: – En los guateques, cuando estudiantes, sabías que siempre había una gorda que le caía a alguno. Hace falta tener “muchas jambres” para acercarse a ese bocado, y el muchacho está sobrado de alternativas.
Algo se ha soltado en la mente de este hombre que está reactualizando circuitos, probablemente no tan vividos como contados
Y el 6º, o el 3º bis porque fue otra gloria. Y esta vez sí que tuvimos faena “a lo Perera”, porque el tío no se movió del sitio. Empezó con sus pases cambiados por la espalda citando de lejos y aguantado al toro hasta tenerlo encima; era bravo no tenía demasiadas fuerzas, por eso en largo no trasmitía mucho el animal; así que Perera se fue hasta acercarlo a su mano, sacó ese sacacorchos secreto que tiene y usa para sacar embestidas de donde solo hay topetazos y empezó a alargar y a circunvalar los pases hacia lo imposible hasta que aquello volvió a ser de gloria infinita. El toro seguía, buscaba y besaba a tornillo, aquel rojo de muleta que se le ofrecía como flor de primavera, y que envuelto de amor le mantuvo hasta la muerte. Cayó otra oreja, muy a pesar del Sr. Presidente que esta vez se dio el gusto de no dar tiempo a una segunda.
La gente saltaba de gozo y corría hacia la Puerta Grande para guardarse fetiches de ese monstruo y llevárselo en hombros por la “c´Alcalá arriba” como en los viejos tiempos. ¡Ay! Vieja calle de Alcalá – que dice la copla popular – , llena de acontecimientos. Suben… toreros a hombros, y bajan… toreros muertos.
Eustaquio también se fué aplaudiendo. Le vi ya de lejos, entrar en un grupo recién llegado cantando con ellos el “Asturias Patria querida”.
Dn. Florentino, saltó de su sillón de respaldo recto, y empezó a llamar a la Mar Pepa gritando: – ¡Mire, mire! – mientas hacía enormes aspavientos – disfrute de la corrida de hoy, que hemos visto en directo una Violencia de Género, el torero hombre ha abusado generosamente de su acompañante. Había mucha diferencia de poder, y el violador ha estado elegante y rumboso… ¡mire, mire!, – repetía abrazándola – cómo se lleva sus prendas íntimas de recuerdo. ¡Aaaah! ¡qué bonito estupro!!- exhaló al final.-
Mary Pepa se puso colorada, intentó reñir y quedó estuporosa, y al poco empezaron a entrarle más tics, que hubiera tragado lagartijas. Vinieron unas monjas a tranquilizarla con tila y rezos, mientras Dn. Florentino agarrado a si mismo – , bailaba con el fantasma de Sara Montiel el “Mimosa, mimosa…”.
Verdaderamente hoy habían cambiado las pastillas, habían colocado algo en el café o el aire venía haciendo respirar primaveras…
Dibujo 116.- Miguel Ángel Perera y sus Puerta Grande: “ de Madrid al cielo”
Es domingo, 17ª de feria, y ya se sabe que en días festivos la Empresa abre la Plaza pero no trae toros. A lo que más ofrece, es un espectáculo entre tierno y ridículo, o innovador , ¡vete tú a saber!
Anunciaron toros de Peñajara, que tuvo que ser remendada con varios parches también inservibles. ¡Hasta 11 toros tuvieron que saltar al ruedo para completar los 6 de rigor! El resto ¡nada menos que 5!, y cada uno de su madre, volvieron azotados por la vergüenza verde de un pañuelo.
Frente a ellos 3 toreros. Víctor Puerto, Eugenio Mora y Antonio Lamelas, pero en realidad fue la tarde fue un solo de Florito que con 5 oportunidades nos brindó todas las variedades posibles de eficacia y sabiduría para devolver los toros al corral.
Tanto Puerto como Mora, Los dos primeros pertenecen a esta historia de vocaciones que se quedan en la mitad de su desarrollo o en la mitad de su despedida, y que aún no se deciden qué hacer, si soñarse en futuro o recordarse en pasado.
Para ser torero, o para rehacerse como tal, hace falta Toreo y Cuajo. Para ambos hubo suerte desigual. Víctor Puerto conserva el toreo pero le falta cuajo, Eugenio es lo contrario, cuajo sí tiene, pero de lo otro poco. Se esforzó en el 5º de la tarde que tenía movilidad y empezó su faena muleteril como en sus mejores tiempos, rodillas en tierra (una pena para el traje que era de estreno y bonito de color aunque bastante descargado de ornamentos); luego – por la derecha porque el otro lado parecía estar prohibido – , logró una serie de tandas, unas atropelladas otras no, y al final mató a la segunda entrada haciendo bien la suerte. Él se gustó, sus amigos le dijeron que debía de intentarlo más veces, y el público pidió una oreja …. en fin, era domingo.
Y quedó para ver Antonio Lamelas, hombre necesitado de triunfos para reconocerse como profesional practicante de este oficio. Llegó vestido de merengue, no sé si por identificación con el Real Madrid que había ganado la Champions, o para pedir clemencia como los neófitos toricantanos.
Para llegar al primero toro hubo de aguantar las incertidumbre y probaturas previas de otros dos 2 que se fueron al corral (no sé si para salir en otra plaza o para morir indiferenciados en un matadero municipal), así que cuando le llegó su toro de verdad estaba más nervioso que Bruto en los Idus de marzo; una buena sopa de Valium le hubiera ayudado más que su cuadrilla, aunque esta vez tanto Téllez como Niño de Santa Rita parearon bien.
El chico tenía tantas ganas de agradar, y mal aconsejado despreció un buen pitón derecho que venía de largo, para hacer ese toreo de parón y cercanías que él cree que merece orejas, y ahí no estuvo acertado. La antiestética pudo más que la pretendida emocionalidad. Al final se metió a héroe en unas bernardinas de las que salió con una voltereta impresionante y solo los ángeles de guarda que estaban de guardia, le salvaron de algo más malo o incluso peor. En su segundo el toro ya salió a la defensiva, la cuadrilla dio un sainete de desorden y él también pensó en un toreo defensivo, aunque su natural valiente le llevó a intentar hacer algo de toreo por la izquierda. Con aquel material nada hubiera sido posible.
No sé qué habrá sido de mis compañeros Eustaquio y D. Floren, les echo de menos.
Dibujo 117.- Víctor Puerto, Eugenio de Mora y Antonio Lamelas
18ª.- Sigo solo. No tengo noticias de mis amigos y me resulta difícil ver una corrida sin lanzar miradas cómplices o contrarias a alguien que sienta cerca. Mary Pepa pasa ahora muchas veces por delante de la TV pero no me habla. Ella va con la cabeza levantada, yo me agacho en la esperanza inútil de que no me vea. Creo que ella está enfadada consigo misma porque se le han visto sus puntos débiles, y yo soy un testigo molesto al que no sabe si eliminar o engatusarlo para la versión que le convenga. O sea, como siempre, la historia va a escribirla el Poder.
Bueno, pues a ver lo que echan. ¡Por Dios que sea breve! Que aquello de la sesión continua como lo que nos ocurrió ayer, solo lo aguantaban nuestro culos jóvenes en el cine y con moza por conquistar al lado.
Yo no acabo de encontrar el intríngulis de por qué el tal Román levanta pasiones en los tendidos. Valiente sí es, aunque trasmite más sustos que emociones, y que quiere ser torero también, pero aún parece lejos ¿no?. Sigue atropellado, sin calidad, sin sitio, sin ligazón. ¿qué dio algunos pases buenos? ¡hombre claro, faltaría más, el chico va para torero, no para ebanista! ¡pues hasta ahí podíamos llegar!, y mata bien, cosa que se le agradece por la brevedad, pero poquitas cosas más. Probablemente lo mejor que vimos de él fue un quite a un novillo de Posada, hecho por chicuelinas con remate a lo cordobina y terminado a una sola mano que me temo fue más debido a la casualidad que a su arte o conocimiento de la suerte. Yo creo que sus muñecas aún tienen que aprender mucho de temple, su cabeza mucho de ciencia taurina, y sus pies mucho de sitio y distancia para torear bien. Entretanto dicen que va a doctorarse en Francia para ampliar su fama allí. Pues no sé si ese estilo caerá bien para allá de los Pirineos Es verdad que allí también se festejó durante un tiempo a Jhonny Holliday, pero realmente quienes quedan en la memoria son Ives Montand o Jacques Brel.
Me gustó la pinturería de Gonzalo Caballero en su primer novillo, tanto en sus derechazos y naturales como en los remates de sus series. Su novillo era muy soso, no trasmitía mucho, y aunque le siguió a todos los terrenos posibles para sacar de él lo imposible, no se trasmitió su buen hacer. Al final, fue ovacionado con justicia.
También me gustó Posada de Maravillas. Se le ve más hecho, aunque tal vez un poco arrogante. Venía a enseñar que torea bien bajando las manos tanto con el capote como con la muleta y por la izquierda. Tal vez por eso prolongó inútilmente la faena de su primer novillo, muy móvil y apretando en cada embestida. Él se sabe que tiene una muñeca izquierda buena, de cante jondo, que más adelante toreará a lo grande, tan grande como el cante de su paisano Porrinas, pero tiene ese defectillo de ir de “sobrado”. Esperemos que sea solo un pecadillo de juventud y que el buen juicio le ayude a poner límites y a tener buenas medidas de todo, algo básico en el toreo.
El 2º lote de cada uno de ellos no despertó ninguna atención.
Los novillos en general eran fríos aunque no exentos de peligro, no trasmitieron al tendido las ganas que mostraron los chicos en el ruedo.
19.- ¡Por fin ha vuelto Eustaquio! O mejor dicho lo han traído. Parece que lo encontraron ayer algo desorientado y ligeramente descuidado en su higiene personal, porque entró en una tiende de venta de sanitarios y reclamaba con insistencia, y tal vez amenazadoramente, que allí había efectuado un trabajo de reparación de bañeras que no se le había satisfecho. Había tomado para sí 2 esponjas de esas de mango largo, muy útiles para la espalda y otras partes distales, por cierto, y perseguía a un dependiente amenazándole con un par de esponjazos de poder a poder o al quiebro.
La verdad es que no le veo bien. Una monja le ha dejado sentado frente a la tele, le ha traído un cafelito con galletas (¡Jo que enchufe Eustaquio!) y me ha hecho señas con un dedo apuntado a su cabeza que no supe entender muy bien, si era problema de tornillos o quería suicidarse. Él tiene la mirada vacía o perdida en un mundo que no parece el mismo que el que veo yo, y también un gesto de curiosidad inquisitoria que me produce inquietud.
– ¡Hola Eustaquio! – le digo a modo de saludo y acompaño la frase con la mejor de mis sonrisas- ¿cómo te ha ido?
Él me ha mirado, bueno, mejor diría que ha dirigido sus ojos hacia donde yo estoy, y apretando aún más sus gestos ha quedado un ratito en esa posición. Creo que era todo lo que me podía ofrecer en ese momento.
Esperé a que empezara la corrida y cuando anunciaron los toros, y me pareció que él estaba un poquito más relajado le dije, por iniciar algo … – Hoy son toros de Fuente Ymbro, tal vez tengamos suerte.
No me respondió de inmediato, hizo un guiño con la vista, me pareció que miraba hacia adentro y muy lentamente empezó a decir, – ayer estuve yo en esa fuente, había verbena …. – ¿qué se celebraba – pregunté yo – a ver si siguiéndole la corriente conseguía una mejor comunicación? .. – No me acuerdo bien, – añadió – creo que celebraban un partido de fútbol … deba de ser una de esas Copas de Franco .. – ¡Ah! ¿ y quién ganó? – yo le seguía la cuerda – .- Creo que fue el Madrid, – dijo en tono convencido – porque gana siempre. – ¿Se acuerda Ud., quién metió los goles? – ya no sé si era seguir la broma, o susto lo que me hacía entraren esa conversación – ¡Claro! Di Stéfano, como siempre – remató seguro –, pero fue porque se lesionó Iríbar que a ese no hay quien le haga un gol.
Era evidente que algo no marchaba bien. Así que me dí por vencido en el deseo de traerlo a un mundo común y me dispuse a ver la corrida. Me encontré con el buen mozo que es Ignacio Uceda Leal y con ese toreo clásico y académico que tranquiliza todas las inquietudes. El toro, enorme de presencia y capaz de sobreponerse a una voltereta por lidia inadecuada que no por falta de fuerzas, fue llevado al tercio y manejado a una altura que le permitiera a él sacar nobleza y bravura y a Uceda Leal su concepto purista del toreo. Faena completa, normativa, justa y de nota suficiente para conseguir una plaza fija en esta Feria. Ciertos enganchones – que no se merecía esta toro – fueron compensados con unos remates primorosos, y al final, como nos tiene acostumbrados, estocada de ejecución perfecta y de efectos inmediatos. Bellísima fue la muerte del toro hincado de rodillas y tratando de seguir al torero hacia los medios. Una oreja justísima, ¡si señor Usía!
Como las vueltas al ruedo dan mucho de sí, y tenía que suplir la ausencia de Dn. Florentino, empecé a pensar en el funcionamiento de nuestras mentes, como una intrincada red viaria en la que cada tren o cada vagón pueden circular libremente si alguien no ordena el tráfico. En esa situación visualicé la mente de Eustaquio con la ausencia del guarda-agujas oportuno y repleta de múltiples trenes y vagones que saltaban de forma anárquica de una vía otra. ¡Pobrecillo, tenía que sentir un enorme barullo en su cabeza.
En estas aparece ya el segundo espada: Curro Díaz, y Eustaquio que sale de su mutismo y sentencia: – A este torero le he visto yo actuar en Torres Bermejas – .Yo pensé . – Bueno, vamos mejor. Ha acertado la mitad-. Y es verdad que éste torero tiene cabeza y cuerpo de gitano bailaor. Con Curro Díaz siempre tengo la misma duda, no sé si torea bien o bonito. Como tampoco sé por qué inició una faena por el lado derecho cuando en el otro pitón había tenido tan buenas hechuras en los tercios anteriores. Por ahí ni pasaba ni trasmitía, y los buenos modales de Curro – que para eso sí tiene torería educada – , así como el estoconazo final no hicieron brillar la faena, de la que solo recordamos un poderoso, arriesgado y brillante par de Montoliú, ofrecido al cielo y a su padre.
El tercero, que correspondía a ese diestro siempre tan prometedor y esperado que es Matías Tejela, salió anunciando buenas nuevas y Matías lo recibió y lanceó primorosamente con el capote. Apuntaba unas buenas embestidas aunque luego no hizo un buen tercio en varas donde no se emplearon demasiado ni él ni el picador. Quizás sea éste el nuevo truco – o la nueva teoría – de esa suerte de varas. Cómo la fuerza de los toros ya no debe de estar en la sangre, porque nada en ellos es natural sino que todo es química, para disminuir su fuerza no hace falta sangrarlos (eso nos evitaría muchas embestidas torticeras de los taurófobos) sino aturdirles con el golpetazo que se dan contra los petos de los caballos, y así, medio mareados y confusos – un tanto parecidos al Eustaquio de hoy, – ¡ que Dios y él me perdonen! – aguantan mejor lo que les espera. El caso es que la clase y nobleza de la embestida del toro – Informador de nombre – fue de lo mejor que hemos visto en la feria. ¡qué manera de seguir el viaje! ¡Qué manera de humillar, volver y repetir! ¡ni que hubiera nacido para eso! ¿Y Tejela? Pues muy bien también, con temple, llevando al toro a la altura y a la querencia que necesitaba, y de sus muñecas salieron suertes hermosas, dulces, desmayadas casi hasta la lipotimia. Era el Tejela esperado, al que solo se le espera y ya no se le sueña. Y cuando todo parecía predispuesto a la oreja unánime, va y lo estropea con un pinchazo corto y desprendido del que espera que el toro caiga. Lo que cayeron fueron los avisos, y el mitin que dio con el descabello puso un inmerecido y mal final.
Los dos se fueron entre aplausos justificados, pero ambos sabían que habían dejado sin dar la vuelta al ruedo. Se les había pasado el arroz y quedaron para vestir santos.
Con la apacibilidad de la embestida, Eustaquio, aunque seguía en silencio, pareció haber recuperado una mayor tranquilidad, así que me decidí a asaltar su fortaleza confusional y ver si lo traía al mundo de la realidad o de la diferencia entre lo bueno y lo malo. Porque yo pensaba, y pienso, que este ataque de inopia aguda que tiene, está muy relacionado con la eufórica salida del otro día. ¡Claro! Vió la gente que se lazó a la calle con Perera a hombros y quiso acompañarlos, Con tan mala fortuna que sus pasos terminaron en la celebración del otro espectáculo deportivo paralelo y ahí le surgió el lío; él aplaudía a los suyos y resultaba que los perdedores también eran suyos, y cuando quiso festejar lo español – que lo tiene más arraigado – se encontró con un lío de portugueses, brasileños, croatas, franceses, ingleses, etc.. que no pudo desenrollar la madeja. Se lió, su guarda-agujas interno entró en huelga o en estrés por sobre-esfuerzo, y sus raíles y sus trenes se pusieron a circular por donde Dios no les mandaba.
Porque creo que la verdad, siempre de mano de lo bello, es el más universal de los tranquilizantes, me tomé la libertad terapéutica de intentar ayudarle a volver a su anterior, y más asequible mundo, y le dije: – Mira Eustaquio – de forma suave- ese toro que acaban de matar, es de lo mejor que hemos y vamos a ver en nuestra vida. Era un toro artista, y salió a que el torero hiciera arte con él. Tejela lo intentó bastante bien, no tanto el público que solo sabe de emociones fuertes de miedo y congoja y es minoritaria la sensibilidad para el arte, por eso el entusiasmo no caló demasiado en los tendidos. Pero era un gran toro, bravo, noble y torero, y ese conjunto no es fácil de encontrar. No sé si le convencí, o le creé más confusión, pero él centró su concentración, y aunque seguía sin hablar, yo notaba que estaba pendiente de lo que pasaba en la tele.
La segunda parte fue menos interesante. Salió un 4º toro de presencia y trapío que daba miedo, acompañándose de una cornamenta más diseñada de pararrayos que de toro de Fiesta. Con toda esa delantera amenazante la cuadrilla hizo un tercio de banderillas con más apreturas que las de los llamados maestros. Y Uceda Leal, se fue directamente a por él a pesar de su presencia y de rematar siempre rabioso por arriba. Cuando Ignacio intentó dominarle y bajar la mano el animal se rajó y se fue sin compasión a tablas ¡qué vergüenza de estirpe! ¡lo que diría Dn. Florentino de esas mujeres tan hermosas de esqueleto que luego resultan no comestibles por insípidas!. Bueno allí en tablas lo pasaportó a corrales. ¡Qué buen matador es este chico! Posiblemente desde Rafael Ortega no ha habido otro parecido.
Curro Díaz volvió a estar en Curro Díaz, en gitano burlador y pinturero con mucho pico de oro (aquí de muleta) y sacando el toro siempre hacia fuera. Era lógico tenerle miedo, porque salió bravucón y con mucha mala leche contra quien osaba hacerle daño. Y aunque la faena fue a la defensiva había que tener en cuenta las hechuras el animal y su escasa benevolencia. Pasar la frontera de aquellos cuernos tan finos que podían descoser taleguillas sin romperlas requería de mucho coraje, y Curro lo hizo. Posiblemente el toro no merecía otra cosa.
Y salió el último de Tejela que no tenía la clase de su anterior, ni salió a hacerse lucir al torero. Lo que salió a otra cosa, como por ejemplo, a derribar caballo y picador al que hizo saltar hacia adelante con tal maestría que yo temí que Eustaquio dijera. – ese es Goyoaga – . El público agradeció la nueva suerte, como también agradeció y aplaudió último par de Ángel Otero que debió de hacer extensible a todas las cuadrillas de la tarde, como a Dn. Ricardo Gallardo y su Fuente Ymbro.
Cuando me levantaba para irme Eustaquio se dirigió a mí en un tono sereno y apacible: -¿Vive Ud, aquí? – ¡No! – contesté – solo vengo por las tardes. Y ante el temor de que una respuesta vaga le volviera a la confusión añadí. – Vengo a tomar café. -¡ Ah! – replicó Eustaquio – ¿entonces esto es un Bar?- Pues ….. puede – dije yo-.
Porque ¿no es un Bar donde van los hombres – y mujeres – a beber para olvidar las penas o a cantar alegrías? ¿y por qué nos reunimos los viejos para hablar?. ¿no es también para refrescar memorias agradables y olvidar las tristes? Pues eso. Eustaquio, siempre da con la verdad rotunda, aunque parezca estar desorientado.
Dibujo 118.- Ignacio Uceda Leal, Curro Díaz y Matías Tejela.
20º festejo.-
Hoy no han traído a Eustaquio y sigue sin venir Dn. Floren, así que en homenaje a su ausencia me identifico con ellos, y hago mi huelga de escriturar sobre lo que ha pasado hoy en el ruedo.
Tengo que aceptar además que mi fe no me lleva a tanto como a escribir sobre lo que no vimos, nunca me las dí de teólogo, y desde mis aparatos sensoriales, tengo que decir que en las Ventas no hubo toros bravos. Lo que salió por el portón, con el respeto que merezca la altanería de la divisa de Dn. Baltasar Ibán, repetidamente triunfadora años ha, hoy se ha limitado a sacar una láminas hermosas de toros, eso sí, el espejo no lo olvidan, pero una vez que han pasado el fielato del 7 que las aplaude, de hacerse su foto en los medios, y chocar, que no embestir con el caballo (alguno se dignó llegar hasta banderillas), se convierten en sosos cuadrúpedos de marca y empuje tontorrón.
Los tres tíos que estaban allí para medirse con ellos, Robleño, Luis Bolívar y Rubén Pinar, tíos de verdad, se jugaron la vida ante aquellos bobos astifinos, malgastando tanto su preparación, como – alguno – su futuro. ¿No tendrán una oficina de reclamación del consumidor, o del estatuto del trabajador, donde reivindiquen con justicia esta estafa?. Porque: Sr. Robleño, ya es la segunda que le hace esta jugarreta la Empresa, ¿o no se acuerda Sr. Robleño cuando también le disfrazó de burros de domingo los toros de Escolá? ¿Se puede dar a personas como el colombiano Bolívar, o el manchego Pinar, que tienen un currículum de valientes y capaces como muy pocos del escalafón, estos muros para estrellarse?
Porque, Srs. empresarios, esta divisa lleva varios años descastada ¿qué no se dieron cuenta a la hora de elegirla? ¡No me digan! ¿qué no tenían tiempo para pensar que dos de los diestros elegidos se iban a jugar la temporada y acaso su futuro con la suerte de hoy? …. Hombre ….. ¡váyanse al carajo!
Uds., toreros burlados en el día de hoy, ¡anímense y hagan una sentada en cualquier plaza que hayan dejado los “indignados” e imítenles a ver si les cambia la suerte!
Dibujo 119.- Robleño, Luis Bolívar y Rubén Pinar
21º.- Y para borrar el bochorno de ayer hoy se traen los lucidos, y lucidores toros de El Pilar para los no menos brillantes espadas: Castella, Manzanares y Talavante. ¡Que no se diga de Uds., que no saben hacer carteles grandes!
Pero algo pasó que yo no sé muy bien que fue lo que molestó a la concurrencia. ¿Eran los toros de El Pilar, de presentación relativamente aceptables, pero infumables como toros de bravura? ¿Por qué se repite siempre esa historia con las figuras?¿Es que los toreros no se esforzaron hasta donde pudieron?. No, tampoco es eso, porque cumplidores lo son. Pero allí se había agotado, no el aplauso, sino la paciencia. Creo que este público de Madrid, tiene esa miaja de cruel severidad como todas las capitales del mundo, exigiendo un plus de perfección a quienes se presentan a triunfar en su feudo ¿es la envidia? ¿Es una manera de no ser asaltada por la inmigración provinciana? Aquí se quiere emoción de la gorda, no cosquillas, y también se quiere Arte, con mayúsculas. Ni se aceptan copias ni bisutería. ¡Y eso es lo que pasa! Que los toros no trasmiten emoción porque salen borregos o flojos, y ahí no hay espacio para el Dominio (que le encanta a la afición), sino para Doma (y hay que recordar que el toro bravo no es un animal doméstico ni circense), y eso no gusta. Como tampoco pueden improvisar arte porque o no lo tienen, o no tienen con qué, o hacen imitaciones burdas.
A Sebastián Castella, que venía convaleciente, Madrid le respetó. Con su primer toro, oscilante entre saltarín y caminador, le inició una faena escalofriante sentado en el estribo, luego le sujetó en los medios con unos buenos circularas, y le dejó en esa distancia en la que se ve venir al toro. Los pases salieron un poco atropellados y en uno de ellos, ¡costalazo que Dios te crió que se pegó el toro!, desde cuyo momento no fue más bueno. De ahí ya pasó a los trenes de cercanía que es el terreno del francés y donde se marcó apreturas porque no había riesgos, el toro había aflojado descaradamente y porque en ese terreno los franceses son invencibles haciendo caricias, al menos con las mujeres. Mató breve y de un gran estoconazo. Se lo agradecimos.
Con su segundo, que era aún más flojo, la movilidad inicial permitió ver unos lances primorosos con la capa. Luego, – como siempre- ambos, torero y toro se durmieron en unos circulares en el centro hasta que el toro se echó. Avergonzados se fueron a la izquierda donde el toro tenía más dificultades, entrañaba un peligro sordo, pero el público se hizo mudo antes las nuevas caídas del animal. Solo se libró la gran estocada que le propinó al 2º intento.
José Mari Manzanares Jr., intentó torear un toro que iba de suelto y manso, a flojo con pérdidas repetidas de manos y estabilidad que el público no perdonó (desde los recortes políticos y económicos se ha vuelto híper sensible a las perdidas gratuitas). El torero le domesticó bien con series muy cortas, sujetando al toro, y al final hasta consiguió de éste un cierto aire de toro de lidia. Pero todo llevado con ese estilo pulcro, tibio, distante, despegado y estéticamente perfecto. Tan de gusto levantino para pasar unas vacaciones pero no para dar salida al enloquecimiento hormonal de las primaveras.
En su segundo, que fue además silbado por feo, repitió la misma pulcritud. Su faena no se mereció ningún adjetivo torero, y nos propusimos, al llegar a casa, romper de una vez esa escultura de Lladró cursi que alguien nos regaló hace siglos. Además, ni siquiera la estocada fue buena, teniendo que salir por pies al pararse a mirar las manos.
Y quedaba Talavante a quien le tocó un toro que ya salió cobardón y que apenas sacó el culo de las tablas. Por bajo se caía, por alto no pasaba y por detrás, bueno, por ahí no embisten. Mató pronto y bien. Solo recodamos un gran par de Juan José Trujillo en terrenos muy comprometidos.
Con su segundo y último, mientras tuvo fuerza le vimos capotear con mucha pinturería, en unas verónicas tan lentas, lentas que despertaban más suspiros que oles. El caballista picador lo vació de empujes. Como no había toro caminante, el torero extremeño decidió torearlo con el cuerpo, que también es engaño para el animal, y allí cimbreó con mucho empaque las medias embestidas del animal que gustaron al público. Cuando éste ya había aceptado esta versión corporal del toreo como buena, una mal usada espada rompió el éxtasis.
¡Adiós mundo cruel!
22ª.- Para los toreros: Miguel Abellán, – vestido de primera comunión -, Paco Ureña – canela y oro – y Joselito Adame – sangre de toro y azabache – , salieron 6 toros de El Montecillo, ganadería que tan buenos modos prestó a la novillada de días atrás, pero que como toros resultaron excesivamente fieros, antiguos y poco adaptables a la torería de hoy.
(Aviso para la Empresa, estos bichos solo son toreables de pequeños, si se les deja crecer, no se dejan.) Total que lo que se anunciaba como Corrida de Toros se deslizó a una Pelea de Toros contra Toreros en la que esta vez, y sin que sirva de precedente, no ganaron estos últimos.
Miguel Abellán que por su estatura tiene medidas de héroe “davidiano”, recibió a su primero a porta-gayola, luego le siguió con unas verónicas rodilla en tierra para enjaretarle al final una larga cambiada en la misma boca de riego. El toro no debió de sentir grata esa guasa en la misma recepción, y fue almacenado en su interior un rencor y unos deseos de venganza que intentó ocultar en un embestir aceptable que al torero le permitía torear pero no adornarse. De pronto en un descuido, probablemente por el viento que se invitó inoportunamente al festejo, le tomó por una pierna, le volteó, y tumbado en el suelo, con la pezuña le hizo la prueba de la puño-percusión en la fosa renal para saber si su intervención quirúrgica reciente de riñón había sido verdad o cuento. Había sido verdad, Miguel se dolió. (luego nos enteramos que la puño/pezuña – percusión también había probado con la cabeza para asegurase de que no era una neurosis de renta). Poco después, en el remate de un lance sin aparente dificultad le tomó la temperatura con el termómetro de sus pitones en una axila. El toro debía de estar preparándose para la prueba del M.I.R., así que Abellán se lo pasaportó de un estoconazo y se fue a la enfermería a que le completaran la revisión médica otras manos más expertas.
El 2º de la tarde que correspondía a Ureña salió andarín que no arremetedor; Ureña se ponía pinturero y hasta pizpireto para llamar la atención del toro, pero éste siguió en su soliloquio o ensimismamiento, y ambos decidieron que lo mejor era no aburrir al personal y pasaron de página como pudieron.
Salió el tercero para el mexicano Joselito Adame, que venía vestido para torear artista, de repente se vió más necesitado de piernas que de trapo para seguir vivo, y se pasó un ratito corriendo delante del toro y cerca de tablas, donde un ayudante –Cossío en mano – le leía como eran los toros españoles a caballo entre los siglos XIX – XX, y cómo había que torearlos. En su tierra natal eso ya no se estudia porque se considera de la época de la Conquista de Indias y está proscrito. Así que mal que bien, tuvo que bailarle por la cara, quebrar al toro de mala manera y doblarle por bajo como alternativa a irse a la enfermería, ocupada en esos momentos por Abellán.
El público no disfrutó demasiado de este zapateado de corrido mejicano, y yo me temo que como el diestro, la mayoría de la afición que es joven, no sabía de la existencia de este toreo y lo tomó por un mal examen más que como valioso libro viejo.
Se corrió turno, y volvemos a ver al murciano Ureña queriendo ponerse guapetón y chulapo con muy buen empaque. El tiro iba y venía, y le miraba, y el torero se quedaba quieto y parecía mirarlo con superioridad y suficiencia. En esto que levanta la pierna – pensamos en una nueva suerte devenida de la jota, “la jotina” cuya existencia ignorábamos -, y el toro que le engancha por una pierna, le deja su firma de sangre en el muslo y no se llevó de milagro media cara al quedar ésta bailando entre los pitones en unos segundos donde la angustia se hizo eternidad. Se levantó el torero, y después de pellizcarse los mofletes varias veces para cerciorarse de que seguían siendo suyos y del mismo cuerpo, sintió tal alegría y capacidad que se fue hacia el animal y lo envió al desolladero tras una gran estocada. Con el aplauso del público a la sangre derramada, caminó cojitranco hacia la enfermería por ver si había una camilla libre.
En ese momento salió Miguel Abellán al ruedo a intentar matar a su 2º toro después de un no resuelto contraste de pareceres con el Equipo Médico que opinaba no finalizada con éxito la exploración. Pudo más la vergüenza torera que la limitación de su estado medio conmocionado, dolorido, herido, con la interrupción traumática de la necesaria recuperación sobre su reciente intervención quirúrgica y un vestido que había pasado de la inocente primera comunión a parecerse más a un mandil de carnicero de sangres propias y ajenas. Dudo de que haya otra profesión en la que tantas y tan duramente salga a relucir el coraje de la raza humana. Enseñanza ejemplar olvidada por los detractores del toreo. Salió a torear porque es torero y aún respiraba, porque como tal se había contratado, y para no dejar el “marrón” a otro compañero. Dictó una página para la Fiesta, para el Hombre, para la Honestidad y para la Solidaridad. La página de los héroe en hazañas épicas.
Porque además le correspondió el toro más grande de la tarde. Pocas veces la historia de David y Goliath se verá tan bien representada. Tal era la diferencia que, como la tarde parece que sonaba a historia antigua, algunos pensamos que se iban a repetir suertes arcaicas más físicas de desafío a las diferencias de tamaño que de juegos artísticos; y que podíamos ver suertes “a lo Paquiro” como el salto al trascuerno, el de la garrocha, y otras lindezas que no recuerdo, pero ¡no! ¡le toreó en las normas ortodoxas del canon actual!, con estilo, torería, ligazón y hondura, sin venirse abajo por algún desarme que otro, hasta convertir en toro de lidia aquél caballo percherón con cuernos que había salido de corrales. Y lo mató de una entera arriesgando lo indecible. El toro tardó en caer más por la fuerza estática de su poderío que porque la espada no estuviera en la dirección incorrecta. El público identificado con ese héroe humano (en eso nos diferenciamos de los antitaurinos que no sé por qué desvío psico-social se identifican más con el animal que con el hombre), le dio una oreja, una oreja de valor y al valor, a la sangre y a una faena hecha “a ley de huevos”.
El valor, o las envidias cojoniles que todos guardamos, despertó también a Joselito Adame, al que le salió el toreo macho que le hace ser y sentirse figura. Y sin esa “congoja capativa freudiana” que nos vuelve medrosos o cautos, se metió cuerpo a cuerpo contra un toro grande y astifino, nada claro en embestidas y más dado a cabezazos que a carreras. Adame se puso entre los cuernos, en espacios donde ya no cabía el aire, obligando al toro a elegir entre el asesinato o el sometimiento, y lo dominó. ¡Viva Méjico! Se oía en el tendido. ¡Viva la Fiesta Brava! Se repetía en voz más baja. ¡Y viva el Hombre! nos guardamos todos en el alma.
Dibujo 120.- Miguel Abellán, como un Ave Fénix renaciendo de sus cenizas.
23.- (me he saltado la de caballos y rejones)
Toros de Montealto para El Capea, Alberto Aguilar y Sebastián Ritter que sustituyó al recién herido Paco Ureña.
Otro domingo y otro fiasco. Ni siquiera salieron todos los anunciados porque dos fueron devueltos, uno por autolesión y el otro por flojeras. Así que dos veces asistimos al verdadero triunfador y artista de esta Feria que es Florito, que cuando es requerido, grita a sus cabestros: ¡Niños, al salón! y allí van rápidos y eficaces para sacar a los clientes que no tienen la idoneidad de esta plaza. Y digo yo … tal como está la calle ¿no habría posibilidad de llegar a un acuerdo con él para montar una especie de cuerpo de seguridad antidisturbios que mandara a cada uno para su casa?. Si lo hace con los toros, con los hombres no deberá de resultarle más difícil. Dejaremos la carta para que la redacte Dn. Florentino y la dirija cuando y donde crea pertinente.
Bueno, pues a pensar en la corrida. ¿saben Uds., lo que les pasa a los toros del domingo?, pues que les llevan a misa, y allí, como son animales de rápido aprendizaje, al ver a los toreros vestidos de forma semejante a los sacerdotes oficiantes ellos toman el papel de monaguillos-sacristanes que han observado por la mañana y lo repiten por la tarde, en una posición de docilidad y sometimiento rodilla en tierra al “maestro” de turno. Dos de ellos, que debieron de asistir a ver procesionar algún santo, así que atisbaron un caballo con alguien arriba, se les antojó algún San Martin o semejantes y allá se fueron a izar la imagen. Uno de ellos, seguramente el más testarudo, tanto la subió que la derribó, y en el suelo volvió a ponerse terco con la imagen que quería levantarla él solo a pulso. No lo consiguió y se agotó en los intentos.
Con este ganado soso, genuflexo y meapilas, el Capea se fue a hacer sus faenitas. Con el primero no había nada que hacer a pesar de ofrecerle su muleta dulzona. Dicen que su estilo gusta mucho en México; a su padre le pasó algo parecido, pero en mayúsculas. Con el segundo que tenía algo más de aire, pero con los mismos vicios que el anterior, hilvanó una faena como se llevan este año: pulcra. Eso es lo que se usa en la pasarela Cibeles-Taurina 2014. ¡Bueno, allá ellos!.
A Alberto Aguilar le tocó en primer lugar el nazareno que intentó pujar al santo equino. Una vez que se le sacó de allí – que trabajo costó – , no estaba para más. Una estocada habilidosa lo despachó.
Con su segundo, 5º de la tarde que tenía más movilidad, era muy grande (al menos en proporciones relativas al torero), y tenía dos enormes cuchillos astifinos, Alberto lo cuidó con mimo, con la muleta a media altura, dándole reposo, con series muy cortas, dejado una distancia tan útil para ver al toro como para que éste se repusiera, sin obligarle, y así salió la torería en unos muy airosos remates finales. Sin poder ver el morrillo del toro (salvo que usara periscopio), consiguió meter una habilidosa estocada que lo derribó en segundos. Se pidió la oreja y se concedió. El público se la merecía por haber aguantado hasta ahí sin marcharse.
A Sebastián Ritter se le concede de antemano una alta dosis de valentía por venir de donde viene, de la escuela de Antonio Corbacho hacedor de figuras. Su primero también había asistido devotamente a misa y siguió rodillero por el ruedo. Sebastián se fue a los medios a ver si lo olvidaba, pero no. Entre los dos desgranaron un Rosario no sé de qué tipo de misterios pero sí tranquilos y dormideros.
El 6º ya fue otra cosa. Si le habían mandado a misa cambió de parroquia y asistió a una “misa negra” donde le enseñaron demasiadas cosas malas con las que no pudo el torero, que nos dio toda una lección de incapacidad peligrosa. Para decirlo simplemente, tenía más “oficio” el toro que el torero, que se vió desbordado en todas sus líneas. Nervioso y precipitado, un benévolo reloj le perdonó el 3er, aviso y la vergüenza de devolverlo vivo a los corrales después de mil y un intento de descabello.
Como viene de esa escuela de héroes, esperemos que algún día le salga lo que Corbacho vio en él. Mientras tanto le aconsejamos: reflexión mental, aprendizaje técnico y mucho entrenamiento de toreo de campo.
Dibujo 121.- El Capea, Alberto Aguilar y Sebastián Ritter
¡Y van 21!
Cuando llegué a la sala de TV, ya estaba allí sentado Eustaquio. Parecía más pequeño y viejo que de costumbre sentado como estaba, encogido, y mirando a un punto imposible de localizar si dentro o fuera del sí mismo. Con voz muy baja, como de miedo y culpa, me dijo al mismo tiempo que escrutaba mi reacción.
– ¡Ya no hay Rey! No sé lo que va a pasar.
– Nada Eustaquio – le dije tranquilizador -, como ya era mayor, se ha jubilado como nosotros y ahora le toca mandar a su hijo
– No sé, no sé – musitó – y, no sé si las palabras cayeron hacia afuera o hacia adentro, – …a lo mejor hay guerra.
– ¡qué va hombre! – traté no sé si de animarle o de espantar esas moscas negras diciéndole –, eso ya no se lleva. Ahora las cosas se hacen más civilizadamente.
Pero no sé si me escuchó, tuve la sensación de que más que oírme, se había ido a buscar rincones oscuros en el alma o en el mundo real, porque al cabo de un tiempo de silencio en el que la mirada se perdía en un objeto imposible, volvió a insistir….
– ¿y sabe qué va a pasar con sus hijas? …una desolada y sola y la otra culposa y mal acompañada, que a lo mejor tiene que ir a la cárcel a limpiar celdas….
Reconozco que no supe que decirle. Miré alrededor. Mary Pepa no nos habla, ha decidido tele-atendernos como norma de higiene mental, se coloca a mucha distancia y solo nos pone deberes y corrige. ¡Ya ni nos riñe!
Sor Mercedes, una monja que en sus años mozos quiso ser Asistente Social y le iba la rama de la “chiflatría” vino a rescatarme con su conocimiento no sé si real o de inspiración divina.
– Es que Eustaquio es bipolar – asentó con ese tono de libro suficiente de auto-ayuda – , y ahora, en primavera, le toca la depresión estacional. Falta de litio ¿sabe? – concluyó magistralmente.
¡Ah, qué bien!, y eso me tranquilizó. Ya se sabía lo que le pasaba y sería resuelto por expertos ¡qué bueno es esto del conocimiento! Ya no necesitaba preocuparme por mi amigo. La ciencia le sacaría esas manchas negras de donde las tuviera, así que no sé si por asociación cromática me dirigí a Eustaquio y comentar la corrida con la creencia de que Sor Mercedes y sus amigos médicos lo iban a resolver todo.
– Hoy vienen los Cuadri – le anuncié algo que él ya estaba viendo -, esos toros tan buenos y famosos. Mira qué lámina tan bonita tienen.
– Son negros – me contestó -, tienen mucha muerte.
Bueno, no parecía entusiasmarle mucho, así que recogí velas y me puse a intentar ver la corrida sin acompañamiento parlante.
Después de un rato, todo me sonaba a repetido. Seguramente Javier Castaño debía de anunciarse de manera distinta a la clásica de cartelería. Le vendría mejor un ambiente con luces artificiales que fueran anunciando su show grupal; porque en realidad no viene un torero, sino un Equipo asesorado o “sponsorizado” por algún Grupo de ganaderos o al menos por alguna asociación sucesiva de profesionales en la que cada uno cumple su papel conocido con más o menos brillantez. Y ya me imaginada yo un buen locutor que a voz de grito y sonrisa, con mucha música circense detrás fuera animado el cotarro gritando cosas como:
¡Atención señoras y señores!: la Empresa Javier castaño, Sociedad Limitada tiene a bien presentar su espectáculo tauromáquico grupal:
Enseña el caballo al toro y comprueba su vista…. ¡Javier Castaño!
A la lidia… -¡tata tachan!- ¡Marco Galán!
En la pica … -otra vez ¡tata tachan!- ¡Tito Sandovaaaal!
En banderillas, lo nunca visto hasta ahora. ¡El piano a dos manos con el toro!.. Tan distintos y tan espléndidoooos. – Un doble tata tachan -, y… con Uds., ¡David Adaliiiidd! Y…. Fernandoooo Sánchez
Y para matar y rematar la faena, la valentía hecha hombre ¡Fíjense Uds.! – un pequeño redoble de tambor y – ¡Javier Castañooooo!
(A veces el resto del equipo tiene a bien dejarle torear un poco, aunque me temo que con tan escasa prodigalidad se le olvida)
La tarde iba cayendo, los toros eran malos, malos, no podían estar más quietos que si les hubieran mandado posar para estatuas.
Me dirigí a Eustaquio en tono de broma – Estos toros son Ni-Nis, ni embisten ni se caen para que los cambien.
– Así tengo yo dos sobrinos – me añadió – ni estudian ni trabajan, a lo mejor tienen que marcharse de emigrantes a África….
– Bueno, hoy la cosa iba de negro, pensé para mí.
Tampoco le tacaron cosas mejores a Iván García ese rubio torero valiente y comprometido con la profesión que a pesar de ser alto, rubio y de ojos azules casi todos los años le toca bailar con la más fea. Aceptó con estoicismo su impotencia.
Ya hacia el final de la tarde se presentó Dn. Florencio de improviso. Llegó con su andar suelto, como de puntillas, bien arreglado y peinado. Traía en la cara el mejor saludo social que se pueda aprender.
– Buenas tardes señores – nos saludó con corrección casi litúrgica – . Acabo de venir de la sierra donde me han invitado a pasar unos días en una finquita y he querido pasar a saludarles antes de incorporarme a nuestra tertulia habitual.
Respondí al saludo, no quise hablar mucho para no dar entrada a Eustaquio y que éste hiciera otro comentario de amarguras. Así que me levanté y le acompañé hasta la puerta. La verdad es que me extrañó su palidez, su conducta estereotipada, y un cierto olor a desvalimiento que tapaba con su manierismo adaptativo.
Cuando volví a mi butaca Eustaquio me miro sombrío y dijo algo que se entendió claramente: – ¡A este lo han “capao”!
-¡Por Dios Eustaquio, qué día más siniestro llevas! – no pude evitar decirle-
No hablamos más, todavía nos tocó ver un último toro de Juan Carlos Venegas que venía a confirmar alternativa. Venía bonito y guapo, lástima que no luciera. Está todavía demasiado blanco para estas negruras. Al primero lo pasó como pudo y tuvo la mala suerte de corresponderle el único Cuadri que se movía, además con muy mala leche. Era un toro bravo, fiero y tardón. Juan Carlos se lució como pudo, recibiendo la mejor voltereta de la Feria. ¡Algo es algo!
Ya no sé qué guarismo, que diría mi admirado Emilio Muñoz, corresponde la corrida de hoy, pero sé que vienen los Adolfos, para Antonio Ferrera, Diego Urdiales y Miguel Ángel Perera.
Tengo que reconocer que a mí los Adolfos no me gustan, y sé que es algo personal y poco explicable. No sé con qué derecho han llegado a tener nombre propio en esta plaza, porque solo han dado dificultades. A mí me han parecido siempre antipáticos, no sé si porque su dueño juega ese papel de “el hermano feo” del señorito Victorino y lo hace bien, porque su historia en esta plaza no es de éxitos triunfales particularmente. Se me recuerdan mucho a esos porteros de discoteca que no dejaban pasar, te miraban acusatorios y suficientes, y sin razón aluna se tenían embelesadas a las más rubias de la noche. Tal vez sea envidia. Solo lo compensa la admiración que tengo yo por esa línea Saltillo-Albaserrada que estéticamente lo puede todo.
Para mi desagrado, peor que los Adolfos se comportó la afición de las Ventas en la valoración que hizo de los actantes. Se confundió, y lo hizo a propósito, “de mala”. Silenció a lo sueco la labor de director de lidia que toda la tarde asumió y ejerció Antonio Ferrera que se tradujo en un orden casi ministerial. Además, esa afición, agravió el buen trabajo que hizo Diego Urdiales en su segundo aplaudiendo en el arrastre un medio toro que en otras manos no hubiera salido de las tablas. ¡Ay afición catedrático-madrileña! ¡Qué desilusión para aquellos que conservamos la nostalgia de venir desde provincias a engullir tus saberes.
A Ferrera le tocaron mansos como fue toda la camada menos uno. El primero tenía una violencia que tapaba su falta de bravura. Hizo con él un toreo antiguo, en la cara y por pies para intentar enseñarle que había que hacer algo más que mostrar su enfado. Banderilleó con facilidad a pesar del riesgo que significaba tener la cara del toro a la altura de un espejo. Y luego tuvo que volver a la cara e insistir mucho macheteo por la derecha para intentar logar algún natural meritorio. Necesitó alargar mucho el tiempo de la faena y hoy la afición se conoce que venía con prisas.
Tampoco pudo hacer mucho con un tremendo segundo cárdeno y corniveleto. Solo pudieron jugar con él al principio, el remate tan pinturero de Ferrera en su quite y Urdiales por delantales en su turno. En banderillas hizo un baile por quiebros que se ganó la ovación por sus regates y contra-regates. Era un tango “arrastrao” o un malabarismo a lo Maradona. Ahí quedó todo. Por más que intentó luego tirar del toro no tuvo ningún resultado salvo cuando lo tiró de muerte.
A Urdiales le salió un primero perdedor, perdía las manos y hacía relaciones de acoso y apego en el caballo ocultando la no embestida. Era además de malo, cobarde. Urdiales le conservó a cuatro patas mientras pudo y hasta se lo pasó torero algunas veces. Mató correcto.
Su segundo, el más bonito de presencia probablemente, lo metió en la muleta con un toreo hondo, cabal, ortodoxo, de cite de pecho y pata pá lante, con el cuerpo abandonado a la media embestida del medio toro. Nos dio una lección de buena torería que el público no supo ver, tal vez porque su precipitación a la hora de matarlo, y no hacerlo bien, dejó sin realización unas ilusiones que no tenía el toro, pero que sí se las había creado el torero. Fue injustificable el aplauso en el arrastre como agravio al torero riojano.
Y vamos con Miguel Ángel Perera, ignorando que tuvo primer un mal toro que nunca se entregó a pesar de los enormes esfuerzos del diestro. ¿Qué Don Adolfo? ¿ Le gustan a Ud., sus bichos?
Pero salió el último, el más grande, el más oscuro de capa y que también estuvo receloso en las primeras suertes. Un casi-desarme en el inicio de la faena le aviso a Miguel Ángel que no cabía faena “de protocolo” y que había que emplearse e implicarse de manera personal y especial. Y empezó a tirar del toro, a darle distancia, a poderle terrenos y a enseñar ritmo en ese pasar y repetir por un lado y el otro. Y, por milagro primaveral, en un momento el toro “Revoltoso” se hizo Toro, inmenso y bravo, de muerte y aleluyas, trayendo para sí toda la historia de una raza, apretando tanto de cuerpo como de cabeza tras la búsqueda humillada y fiera de un engaño que se movía y retorcía ante él como una serpiente hipnotizadora. Surgieron así dos series de naturales “de crujío”, donde toro y torero dijeron todo lo que se puede decir en, y para la historia de la tauromaquia. Se habían conjuntado en mayúsculas Poder y Arte, una fuerza desbocada de casi 600 Kilos era doblegada y sometida por la muñeca de un hombre. No se quería ver más; hoy, yo ya no se quiero ni el recuerdo de las suertes porque todo lo llena la emoción sentida de una muerte dominada y burlada de poder a poder, y borro las imágenes para que en algún sitio pueda repetirse otra vez.
Cuando el toro cayó, el público necesitó gritar y moverse de fiesta con traje blanco porque el cuerpo tenía demasiada gratitud para esconderla. Hasta el presidente se pasó de blancura y sacó el pañuelo más veces que orejas tiene un toro y más rápido de movimientos que de visión del tendido.
Miguel Ángel Perera se había hecho torero de Madrid para siempre.
¿Fué faena de dos orejas?. Para mí fue una emoción más grande que cualquier casquería junta. Eustaquio, en esa dificultad placentera a la que le tiene secuestrado su estado de ánimo decía que había habido muchos enganchones, que la estocada había sido trasera y que en realidad solo fueron dos series. D. Florentino, con la suavidad beatífica que le proporciona su bache hormonal – según criterios de Eustaquio –, nos contaba que Perera se había ganado el favor del público de Madrid porque vestía de azul y oro, que son los colores para los que tira más el madrileño en esta época, o sea: mar y playa.
¡Bueno! ¡Qué diferencia hay entre mirar y sentir!
Dibujo 122.- Miguel Ángel Perera: nuevo “torero de Madrid”, acompañan: Antonio Ferrera y Diego Urdiales
La anual de Beneficencia. Se anuncian toros Alcurrucén para El Juli, Iván Fandiño y Talavante. ¡Bien! ¡Cartel en teoría redondo! Y además viene el Rey a presidir como tal su última corrida de este estilo.
Empezamos como se debe:
– Majestad, en su honor, escribo lo que escribo para dar gracias a su apoyo permanente a la Fiesta de los Toros, por su presencia, y por la galanura que siempre ha mostrado a este loco, pero tan español, mundo de los toros.
Julián López el Juli es torero por profesión y por identidad. Su Toreo Total que hace cada tarde nace por cincuentenarios, no con mayor frecuencia. Quien le escatime elogios o variación perderá para siempre lo que es el saber de eruditos. El Juli sabe torear y sabe de toreo. Hoy, en el panorama actual, mitos incluidos, nadie tiene más saber taurino que él, porque el saber no se mide por éxitos ni trofeos. Es un saber que se interioriza, que nos coloca en una dimensión teológica o casi mística de admiración silenciosa. Es el saber de los dioses.
Con ese saber cogió a su primer toro a medio capote y madias suertes alternando la media verónica de mando con el medio delantal de alivio. Cuidaba al toro y le llevaba al caballo sin gastos innecesarios; no quería hacer faena de Cirineo.
Iván Fandiño salió a hacer un quite apretado por gaoneras que intentó tapar la maestría torera de Julián. No se acordaba que éste aprendió todo el embrujo del capote mexicano y sus tafalleras-cordobinas (quite de moda en esta feria) echaron la labor del vasco a convertirse en uno más de los deportes de riesgo.
Brindó al Rey, con la majeza y gratitud que se merecía en esa fecha, y nuevamente en los medios lo fija y le lanza pases de dominio hasta el precipicio con series tan hondas como la arena y tan largas como su brazo se lo permite. Cuando ve que el toro flojea de fuerzas, le entra en cercanías y le dice: ¡Aquí solo mando yo! Y entre los dos no cabían ya ni la palabra ni el aire, solo un suspiro encogido. Nadie más cerca que él, con el toro provocado ya desde el sudor del miedo. Gran faena. ¡Qué pena que la emoción solo la pusiera él y no el alcurrucén no le acompañara! Mató de uno de esos cañonazos a los que nos tiene acostumbrado. Le dieron una oreja que algún bobo protestó. Ya se sabe ¡cuánto jode triunfar en España!
Su segundo era flojo, y el Juli nos sacó todo el muestrario que tiene y sabe del toreo de capa. Fandiño entró al quite más para agotar al toro que para lucirse. Y ya en la muleta, con el toro sin fuerzas (le hicieron un asalto a mano armada e banderillas) sin apenas fuerza ni casta que le empujara a acosar, Julián, a base de técnica se enrolló el toro sobre sí mismo como si de una bandera se tratara. Una división de opiniones fue la mejor expresión de la ignorancia.
Iván Fandiño no brindó al Rey, parece que sus triunfos recientes le hacen sentirse perteneciente a la casta de “señorío de Vizcaya” con derecho a cubrirse o taparse según le plazca con su txapela, bueno en realidad es probable que no se la haya quitado nunca y eso deja huella. Ya ves Iván, yo que te he aplaudido tantas veces por no doblegarte al cambio de nombre adaptándolo fácil y cobarde al entorno, esta vez me has parecido chulo y cateto. Como lo ha sido permanentemente tu comportamiento en el ruedo, valiente sí, pero torero no. Ser torero tiene ese algo de majeza y saber estar al que no llegas. No llegan tus quites, como no llegó tu falta de respuesta a ese gran toro que tuviste en primer lugar, uno de los mejores toros de la feria, al que pasaste sin gusto y sin ser capaz de ajustarte a sus vuelos más toreros que tú. Mataste bien, lo reconozco y el público te dio una oreja que honradamente debías de haber compartido con el toro.
No digo nada de tu segundo. Era difícil y ya nos habías demostrado antes que no andas sobrado de saberes toreros.
Oye Iván, te lo digo para que lo pienses. ¿A ver si resulta que no eres torero sino simplemente “un peleas”?. De ese estilo ha habido muchos escritos con letra pequeña en la Historia del Toreo.
Alejandro Talavante había pasado mala noche. Todavía se le notaba la pesadilla en el cuerpo y en ese estado “esaborío” y friolero que deja la resaca de un pánico se vino a torear. Le echó todo lo que tenía en su alma, que era miedo; se puso todo lo feo que puede – que es mucho – y se fue al toro con la esperanza de que éste se asustara o se sometiera por miedo. No pasó ni lo uno ni lo otro. Se conoce que estos toros modernos, sabedores de Stephen King y otras hierbas no se inmutan ante malas caras.
Su primero también debía de tener el día bipolar y se escondió de los capotes y de la muñeca izquierda de Alejandro que no tenía el poder de otras tardes y esperó su segunda oportunidad que fue aún peor, con un toro cobarde y a la defensiva – un deshonor para la buena presentación en conjunto de los Alcurrucén – y se quitó de encima todo lo que le hiciera daño: caballos, capotes, banderillas, muletas, etc… Alejandro no cambió la cara, tuvo algún gesto de artista pero se cansó. Mató mal y descabelló peor. Ya lo digo, venía de pesadillas, probablemente algún por trauma antiguo, y no las espantó. Dn. Florentino dijo sentencioso: – este muchacho tiene esa úlcera de estómago que se reproduce en primavera.
Dibujo 123: El Rey, en su última presidencia como tal a la Corrida de Beneficencia.
Hoy nos toca una corrida de descanso y transición para coger un poco de aire que nos alivie de los sustos de estas últimas. Hoy vienen Juan José Padilla, El Cid y Daniel Luque para hacerse cargo de toros del Puerto de San Lorenzo, esa ganadería tan a gusto para Madrid.
Dn. Florentino dice que ahora a los toros se les enseña para que aprendan a torear al torero que les toca, y como son de procedencia charra, respiran ese aire universitario que facilita el aprendizaje. Así que, – cuando hacen el sorteo, – especificó D. Floren – en la papeleta de la rifa no va solo el número que corresponde a cada diestro, sino también su perfil físico-psíquico-social que luego reparte y explica el mayoral a cada uno de los toros, para que luego éstos se adapten mejor a las capacidades funcionales del conjunto.
Dicho así, con esa precisión que da el buen uso del lenguaje, no parece posible que no sea verdad. Y debe de ser así porque lo que vimos en la plaza “pegaba” muy bien con esta teoría.
Así por ejemplo, a Juan José Padilla, que se le ve que su objetivo es solo pasear su medalla facial de héroe, ya olvidada su temeridad y un poco robado valor por tanto quirófano, sus toros se dejaron manejar lo suficiente para 10 minutos y se olvidaron parte de su casta en toriles para no molestar a Juan José en hacer gastos innecesarios de hombría. Su primero tan altanero como flojo volvió otra vez al corral porque no se sabía la lección, y sus continuos “arrodillamientos” de auto-castigo no evitaron que pasara su examen. Bien, eso nos permitió ver el lucimiento de Florito que este año, como tantos otros, va a ser el triunfador de la feria y que no sé por qué la empresa no le propone una estatua o al menos un azulejo honorífico acorde con sus hazañas.
El que salió en su lugar, era sabedor de su buena fuerza y para no castigar al diestro se la dejó en varas, lo que le facilitó acomodar su velocidad al punto ideal que le permitía al maestro poner las banderillas sin fatiga. Una vez hecho esto, se puso un parte de veces por la izquierda y pasó hoja.
Su segundo le dijo enseguida que no se molestara, que ya venía flojo y descastado de casa por sí mismo, que no se agotara en otras cosas que no fuera en mantenerle en pie hasta cumplir el tiempo reglamentario. Y así fue. Padilla se quedó como Moshe Dayan, en una foto para la historia.
Con Manuel Jesús “el Cid”, se confirmó aún más la teoría de Don Florentino que explicó que la naturaleza de Manuel Jesús va cumpliendo su ciclo biológico como corresponde a todo mamífero superior, en el que explotado y desarrollado su instinto sexual y creativo generador de realidades o de expectativas supremas, la líbido se desliza progresivamente hacia otros objetivos, y muy especialmente a las satisfacciones derivadas del cuidado de la prole.
Su primero que, o era flojo o se aflojó por la lidia, tenía una calidad enorme en la embestida. Era sabedor de que Manuel podía tanto apretarse como ponerse bonito, los circulares o los naturales sabía cómo darles antes de que el Cid desplegara la muleta e hiciera su faena. Algunos fieles se la esperaban, pero el instinto siguió su curso bonachón y apacible y, dado que el torero no es amigo de químicas ni de viagras, la faenita quedó en el toreo cuidado, fácil y suavecito que acompañaba las embestidas del toro. Eso sí, las acompañaba con donosura y mucha prosopopeya dirigida al público, que eso se le da bien y que lo puede hacer por su curriculum. No mató bien, es su “grasia”, pero se fué contento pensado en lo bueno que era.
A su segundo, el de más peso y defensivo en los primeros tercios, le trazó sin embargo una faena de maestro viejo – con perdón Don Floren.-; se acordó de la matemática de siempre y se fue a la geometría básica del área del triángulo. Así, concediendo distancias para el descanso del animal que no para cite de poderío, multiplicó largura por la media altura correspondiente a la operación matemática y sacó una faena seria, correcta, de gustar aunque no de entusiasmar porque apostó más por su seguridad que por lo que podía haber nacido de un toro que quedó bloqueado en su desarrollo. Esta vez que mató bien, descabelló fatal. ¡vaya por Dios! Otra feria que se le ha ido de las manos.
Y nos quedamos con Daniel Luque. Ya lo avisé al final de la temporada anterior, ¡ojo con él!, viene fuerte y apostando por el trono de Sevilla, que está vacío desde Curro Romero y él es muy cabezota. Seguramente tienen razón los que dicen de él que aún no ha encontrado su estilo propio de torear, es posible, pero sabe estarse quieto, gusta su manejo de capote a manos bajas, los terrenos comprometidos que pisa, su muñeca cae a honduras poderosas y sabe traer también el garbo y la pinturería sevillana, esa de categoría especial que nace espontánea, imprevisible, cosquillera; todo eso se cotiza hoy muy alto. Y además ha perdido las bravuconadas buscadoras de épica de su adolescencia taurina para pasar a un sosiego dominante que estaba tardando en llegar.
Su primero, un toro excepcional que acudió cuantas veces le llamó, dejó ver “todo lo que lleva dentro” y del tendido empezó a nacer el ¡Oooooooleeeé! tantas veces olvidado. ¡Qué bien y qué bonito resulta el bien torear! Con ese desmayo del hombre como signo de suficiencia ante un toro dominado y cambiado de anatomía hasta parecer plegable. ¡Y eso que Daniel estuvo muy por debajo de las posibilidades taurinas del animal !Qué bien y qué bonito! Hasta Eustaquio se contagió de la estética y D. Florentino decía que el toro sabía del joven y guapo mozo que le esperaba y puso en su sangre todas las fuerzas y galanuras posibles. ¡Bien, c …. bien!
Su segundo era un toro sin chispa, andarín, perecía querer probar las habilidades de galanteo de Luque. Éste le contrarrestó con su quietismo, le bajó la mano que es como un solo de bordón de guitarra, para cantarle después por temples y “el enemigo” terminó entregándose en la “reja” después de hacer ese trabajo de cortejo tan medido y ligado que se nos antojaba imposible en sus inicios. Una muy buena estocada al 2º intento con un público agradecido, le dió la oreja que le faltaba para hacer saltar la Puerta Grande. Nosotros nos sentimos también muy contentos. ¡Incluso Eustaquio sonreía al final! “Cura milagrera” de amor llamaba antes a eso.
Dibujo 124.- Curro Luque: ¡Venía desde hace tiempo soñando Puerta Grande!
Los “VITORINOS”
Hoy se anunciaba “Día de Toros”, y ya que estamos de efemérides Dn. Victorino Martín and Jr. , para no quedar menos que Spielberg trajeron al ruedo de las Ventas el Desembarco de Normandía. O , puestos a leer historias y no teniendo nada bueno con que sorprender, se fueron a lo viejo y resucitaron el siglo XIX aprovechando que el personal anda flojo de historia con este afán de re-escribirla, y han tomado por moderno ese tonillo salvaje y sangriento tópico de la españolía arcaica.
Frente a lo que vomitó toriles con esos 6 toros de muerte, no salieron – como hubiera sido coetáneo – ni la habilidad de Guerrita, ni la temeridad de Espartero, ni el estoque certero de Machaquito, la inmovilidad de Pastor o el puntazo y marcha atrás de Bombita. No; frente a esa maldad cutre y rasposa salieron en moderno: Uceda Leal, Antonio Ferrera y Alberto Aguilar, probablemente sabedores de la potencia feroz de los toros, pero creo que ignorantes ingenuos de la fiereza cruel del público.
Uceda Leal, seguramente por ser de Madrid, conoce el submundo inconsciente de su pueblo, y por eso se engalanó adecuadamente – como lo pensaría el bueno de D. Florentino – para la ceremonia de muerte: venía vestido de enterrador con ese terno blanquinegro de exequias. Y así ofició, reverdeciendo los tiempos de Villalta.
Su primer toro era una belleza de estampa de la línea Saltillo: cárdeno claro, abisontado y afilado de hocico, fino de patas y tobillos como le gustaban las mujeres al Arcipreste de Hita, corniveleto y de mirada arrogante y desafiante al personal. ¡Una hermosura de animal! Al principio acudía a todo lo que se movía, y como el viento se invitó también a la tarde ambos hicieron buenas migas ninguneando al torero. Pedro Iturralde en un buen puyazo y otro que tomó sin querer, le quitaron las fuerzas. Desde ahí, toro y torero se notaron un poco extraños al principio, para luego tutearse de forma inocente en un ir y venir sin chispa, teniendo el torero que arreglar con los pies, el sitio que no lograba con la muñeca. El aire ayudaba a destorear y el aburrimiento enlentecía el reloj. Al fin a matar. Contra su costumbre falló en el primer intento, no en el segundo. Nos dejó para el final la imagen de un toro bravo, herido de muerte que daba vueltas sobre sí mismo queriendo embestir la herida que llevaba dentro. Parece que solo se enteró al final que era un “vitorino”.
Con el segundo, tan oscuro que diríase que era negro, Uceda Leal le frenó y le enseñó desde el principio lo que era, un manso más bien bonachón con el que hasta Ferrera pudo hacer un gracioso quite. Uceda le toreó dulzón y suave, como correspondía a la escasa casta del animal, ¿o no lo toreó? ¿Simplemente lo preparó para la sedación que precede a una eutanasia consentida? Pues tal vez fue así. Lo dijimos al principio, que él ya venía vestido de enterrador y punto.
Antonio Ferrera es todo un tío y además se encuentra en un punto de forma fabuloso. Vestía ciruela madura y oro, aunque yo hubiera preferido – dada la variada gama de clores que hay – verle de cereza del Jerte. Su primer toro salió insolentón y buscando alturas en cada derrote. Embestía de lejos pero con la cara torcida, como “de malo”. El maestro extremeño manejó con gracia el capote y Aguilar que le pretendió imitar hizo dos quietas chicuelinas que remató a una mano y a pies para salir corriendo del jardín donde se había metido. Ferrera se atrevió a banderillear desafiando el temible balcón que tenía delante y lo hizo de forma garbosa y gallarda en el cite y culera en la salida, (no ha perdido el vicio). Y luego quedó un toro de imposible adaptación al espectáculo moderno.
En la muleta se vió un toro conocedor de los sitios y querencias del torero y ambos jugaban un empate a cara de perro, el torero le robaba algún pase y el toro alguna compostura, los intentos de toreo de desmayo quedaron en respingos. Aquello iba para X fija. Le mató muy bien, que físicamente no parecía posible y se le ovacionó merecidamente.
Con el 5º, un toro grandón, veleto, albaserrada puro que se tragó varas largas pero siempre salió suelto y con la cara alta, se volvió progresivamente desconfiado y de malo pasó a peor. Ferrera se desafió a sí mismo con las banderillas frente a aquél peligro inminente. Hubo un primer par muy comprometido para intentar reunir en la cara porque el toro se le paró delante, un segundo en terrenos de adentro y adelantándose al toro que salió más cómodo, y un tercero escalofríate en el que toro y torero se embistieron mutuamente; en el momento del encuentro la cabeza del toro sobresalía por encima de la del torero. ¡Ya hemos dicho que este “chacho” está muy, muy valiente!
Con la muleta hizo de Rafael Guerra Bejarano en sus mejores tiempos con el toro correspondiente a esa época. ¡lástima que el público no fuera el de entonces para entender las dificultades! El toro era peor que cualquier mala persona, no tenía un átomo de clase, no había por donde pasarle y solo le quedaron en la tripa resabios para ocultarse primero a la muleta y luego a la muerte. Desde la tumba aún le levantó para herir seriamente y dejar sin juego de piernas al puntillero. Trago amargo e inmerecido a quien lleva hoy la cabeza alta de valentía y buen toreo.
Alberto Aguilera es muy pequeño, y no lo digo sélo en talla anatómica ni en edad cronológico. Es demasiado pequeño para ponerse de frente ante maldades tan grandes como las que trajo esta vez Victorino. Llegó cándidamente vestido de purísima y oro, como una antigua “hija de María”, salió como un Ecce Homo a punto de hacerse ateo.
Su primero, impresionante de presentación tenía una cuna de espanto.
– Parecen angarillas de llevar cadáveres – dijo en negro Eustaquio – , y todos le entendimos.
A pesar de ello el chico empezó a intentar torearlo bien, valiente y resuelto, primero de capote, luego doblándose rodilla entera para torear largo y con hondura, hasta que en un descuido el toro le vió, le marcó, y se acabaron las virguerías. ¡pues no había cogido sentido ni nada el gachó! Alberto lograba un lance, y cuando intentaba el segundo ya le había cogido el sitio el animal. Así que en ese intento de pase y medio circuló la faena hasta que ni eso fue posible. El crío perdió tanto el sitio, que hasta para entrarle a matar tuvo que probarse primero en su pierna si tenía el estoque adecuado. Lo tenía, se fue auto-herido a la enfermería.
En el otro, Alberto ya salió precavido de la enfermería viendo como era el percal, y para añadirlo le tocó un toro flojo, que se caía pero que no se dejaba lidiar,. Parecía como “ido”, más al público – ya en ese momento en reversión total de sus funciones – que para los engaños. Aguilar le abanicó por la cara por si era el efecto de una mosca tsé-tsé pero ni por esas. Ni humilló, ni embistió ni se dejó entrar claramente a matar. Y, envuelto en desagradecimientos, se despidieron ambos.
Todavía nos quedaba un toro por ver, no traído ¿o sí¿? Por Victorino: El público de hoy de esta plaza. Me ha producido una gran decepción, cuando no un gran miedo. Yo he sido testigo en esta plaza de su seriedad, de su defensa del toro, de su protección a la pureza de la Fiesta, incluso la he perdonado cierta crueldad en esos festejos del mes de Julio cuando acompaña el corredor de la muerte de sus alrededores, y hasta sus “manías y sus fobias” unas veces del aficionado, otras de sus presidentes a la hora de valorar a determinados diestros; he pensado: ¡bah! son pequeñas manías de viejo compensadas con lo que he aprendido de ellos. Pero nunca pensé que el calificativo de “torista” al que se apuntan algunos de sus asistentes, les coloque en su parcialidad de ensalzar al toro sobre el hombre, más cerca de los antitaurinos que de los que amamos este mundo tan nuestro de los toros.
No señores, me niego a participar con Uds., que ya sea por perversión, por esnobismo, o porque se hayan identificado con ciertos sectores de la población, se van a empeñar en convertir la Plaza de Toros en un Circo Romano, en un Grito de ¡Vida la Muerte! que les coloca del lado de los más vulgares destripadores. Y hoy, se han convertido en eso.
Yo les invito serenamente a leer la historia de España y de la Tauromaquia de forma paralela, y allí verán cómo los Ruedos han sido el espacio teatral de la dramatización de nuestros conflictos sociales a los que se intentaba contener, según fuera el sentimiento básico del colectivo. Y había orden, o rivalidad, o transigencia, o esfuerzo, etc, lo que fuera necesario y adecuado para apaciguar la ansiedad y hacer más apacible la pasión de la ira o de la injusticia. ¡Bueno pues hoy no!. Hoy han estado Uds., sirviendo más de altavoces a la indignación, a la ignorancia y a la intransigencia que al servicio de un País y de una Cultura, la Taurina, que están diagnosticadas – y eso lo saben tan bien como yo – de especies con heridas tan profundas que las coloca en riesgo de extinción.
Ud., afición de Madrid, que ha sido mi maestra, si no se limpia de esos tontos y desaforados vocingleros que pregonean toros asesinos, dénme de baja.
Solo nos queda la esperanza de la imagen insólita de los 3 matadores saliendo juntos de la plaza, olvidando rencillas y diferencias personales, en solidaridad y en arropamiento mutuo. Grito con Uds. ……. ¡Así! ¡Unidos! ¡Jamás seremos vencidos!
Ud., Dn. Victorino Martín, del que ignoro la valoración que hoy haya hecho de su corrida, si a esto que ha echado hoy por los corrales lo llama bravo porque ha enardecido a cierto sector de la afición, póngase de aspirante a verdugo o deje de llamarse ganadero.
Y por último Sr. Zabala de la Serna: sé que coinciden con mucha frecuencia sus crónicas con mis escritos, sus metáforas con las mías; lamento no poder probar que trabajo sin leerle previamente a Ud.,; quizás tenemos los mismos puntos de vista y ciertas semejanzas de sensibilidad. ¡…Por si acaso ….!
Dibujo 125.- Homenaje a la línea Saltillo – Albaserrada (Victorinos, Adolfos, Miuras, etc.)
Es la última de la Feria, la Empresa para poner una traca final se ha traído a los Miura como en los viejos tiempos. Su venida trae algo de bueno, que el ciclo agotador se acaba; y trae algo malo, la confirmación de la peligrosa deriva (como se dice ahora) de la otrora tan afamada Afición taurina de Las Ventas.
Y es que se cumple exactamente el refrán: El Toro pone a cada uno en su sitio, subraya al buen torero, desengaña al malo, y a la afición le descubre su estupidez y su papanatismo fruto de ese virus frívolo, superficial y esnobista que nos traen las modas.
Ya nos preocupó en el día de ayer al decantarse no por el toro, sino por la maldad de él frente al desvalimiento total o parcial del torero. Actúa como si no supiera que una corrida es la lucha de un hombre contra un animal fiero, bravo y cargado de simbolismos, pero en la expectativa de que se le puede vencer. Bueno, pues ayer se invirtió esta idea y lo que se esperaba y se festejaba era el triunfo de la muerte o sus cercanías, sobre el hombre. Y ese ¡viva la muerte! no era ni el retorno de un romanticismo envuelto en amores, ni una proposición legionaria de valentía. No. Lo que ayer se vió, era la expresión más burda y colectiva de un sadismo que queremos olvidar en la historia del hombre y de España.
Hoy nos dieron una versión aún menos tragable que el resentimiento, la de la frivolidad. Con la intención de obviar la labor humana para intentar encumbrar no la de un tipo de animal sino la de una marca, la plaza se sintió así, tan presumida y boba como un adolescente insoportable de “casa bien”. En una palabra: ¡gilipollas!
Porque los toros tenían la estampa de Miura pero no pasaron de “jandillas”, por poner un ejemplo, eso sí, con menos casta. El primero fue sangrado tan bárbaramente que quedó inutilizado; Rafaelillo lo alivió por alto para matarlo. El segundo fue desde luego un buen toro – no mejor que otros de esta feria – que Castaño no supo aprovechar a pesar de que sale a “enseñar toros” para ganarse la simpatía del público. (No hablaré más de este torero, medio paisano mío aunque quiera llevar patente de Salamanca, hasta que no haga un curso de reflexión o un proceso de psicoterapia que le vuelva a su ser natural) A ese toro se le pidió la vuelta tanto por los desmerecimientos del diestro como por sus especiales méritos. El tercero tenía la bondad y la calidad de embestida de un Núñez de Cuvillo de años atrás, pero era tardón y remiso lo que obligó a Serafín Marín a hacer una faena no ligada, de pase limpio y corrección de sitio, que se volvió «sestera». El cuarto, soso y flojo perdía las manos con el candor de los toros de las tardes de domingo, ¡y la gente aplaudía lo que otra tardes echaba para atrás! ¡Incomprensible! El 5º hubo que cambiarlo porque empezó a rezar nada más ver que tenía contrincantes en la plaza. A cabio salió otro de San Román, bruto y grande al que esta vez el torero ni se dignó enseñar al público. Y al sexto, tan bonito de lámina como feo de clase, salió a defenderse, no sé si por falta de casta o para recibir sin molestarse los aplausos que el público bobo le daba con largueza.
De los toreros, solo merece la pena destacar la labor de Serafín Marín. Torero valiente éste en el ruedo y fuera de él, lleno de vergüenza torera y catalano-española, un héroe de identidad que no encuentra eco en el sistema. A él se debieron los lances más templados y artistas de la tarde que ejecutó al único posible, el tercero. No se merecía el silencio que les acompañó, ni la indiferencia con la que hubo de despachar al descastado 6º. No tenía razón el público, ¡no señor!
¿Puede ser esta la crónica de una tarde de Miuras? ¿es eso el final de una Feria que trajo como triunfadores a Perera y a Florito por encima de todos y que mantuvieron su buen tono El Juli, Abellán, Fandiño, Luque o Talavante, y en la que también destacaron en general las cuadrillas de subalternos ? ¿Pueden ser estos dos últimos encierros: victorinos y miuras el exponente y broche final de unas ganaderías que dieron tan buen juego como los Parladé, Alcurrucén, el Puerto de San Lorenzo, etc., incluso los Adolfos? Y sobre todo ¿Es merecedora esta plaza, que tantas veces ejerció la función de salvación y categorización de idoneidad de la esencia de esta Fiesta de los Toros, Nacional, o Brava – llámese como se llame obedeciendo las normas de la cambiante lingüística política – , del comportamiento del público en estos dos últimos días? ¡Fíjense! Prefiero el silencio aturdido de los japoneses,
O en el recuerdo del Guerra, tan reverdecido estos días, grito como él:
¡ Pues, que “atoree” San Isidro ….!
Es probable que con el comentario me fuera excitando progresivamente y que mis últimos dichos fueran vehementemente expresados en voz alta porque noté acercarse a mí a Dn. Florentino que tomándome del brazo me dijo: – ¡Cálmese que aquí los ardores pasionales no son bien vistos! Se lo digo yo por experiencia.
Le miré incrédulo de su afán y le espeté: – ¿no ve que eso es una perversión? ¡Que están utilizando la plaza para subvertir los valores sociales!
No, – me dijo, como siempre con su tono de seguro enseñante – , lo que hacen es para bien de los aficionados ardientes como Ud.;, así para que no sufran de abstinencia y no echen de menos asistir a las corridas, crean al final un cierto malestar para poder decirse adiós sin tanta pena. Lo hacen hasta las parejas de novios – añadió – .
-Ya no hay temor de Dios – saltó convencido Eustaquio – todo está perdido.
Me sobresaltó el comentario inesperado de mi amigo, fue como un puñetazo recibido en la boca del estómago que me sacó el aire y a punto estuvo de llevarme a la desesperanza.
Pero no sé de donde, tal vez me quedó algo de identificación con los toros, saqué una casta que no creía tener y grité:
- ¡Yo por lo menos voy a protestar, y que se note! Así que D. Florentino, Ud. y sus componendas ¡váyanse al carajo! (me arrepentí después).
- Eustaquio, – y cambé de interlocutor – si hay que cantar el Adiós a la vida me voy contigo y nos van a oír, ¡Haremos huelga de deberes en la Residencia! ¡Llenaremos nuestros cuadernos de garabatos para que se enfade y se joda la Mary Pepa!. Así yo le paso el enfado a ella, y mientras nos riñe tú mitigas tus culpas con sus broncas y no con tus auto-reproches.
- Este puede ser el principio de una melancólica amistad – terminé parodiando mi diatriba- ..
Y nos fuimos a la ventana a ver pasar el mundo ….. y a llorarlo.
Otros toreros invitados a San Isidro
Dibujo 126
1: El Juli.- 2: A.Talavante.- 3: Ponce.- 4: Antonio Ferreras.- 5: José A. Morante.- 6: El Cid.- 7: Finito de Córdoba.- 8: José A. Espada.- 9: José Mari Manzanares Jr.- 10: Sebastián Castella .- 11: Paco Ureña y 12: Rafaelillo.
Dibujo 127.-
13: Diego Urdiales.- 14: Serafín Marín .- 15: Rubén Pinar.- 16: Iván García.- 17.- El Fandi .- 18: Joselito Adame .- 19: Manuel Escribano.- 20: Juan del Álamo.- 21: Juan José Padilla.- 22: Javier Castaño.- 23 .- Juan Carlos Venegas .- 24: Florito.
9 Responses to “Feria de San Isidro”
19 junio, 2014
MilucaPor motivos de ausencia hacís mucho que no leía, y ahora tengo que hacerlo poco a poco. Me gusta y no quiero saltarme cosas. Gracias
27 junio, 2014
Espontánea(Por BULERÍAS las primeras faenas)
¿Dónde hay un sabio que explique
lo que quiere decir olé?
Si el olé es como un repique
de palillos españoles.
Señor Valentín que enciende la risa
y dibuja Usted de olé y olá
ay olé, su texto y olé su acuarela
y olé y olá.
Cuando pinta Valdefresnos
y escribe de tantos “hijos”
cuando dibuja faenas
y defiende muy bien a Adame,
suelto oles, olé,
y la plaza queda enterá.
Y muchos otros responden:
¡¡Olé ya!!
Señor Valentín que enciende la risa
y dibuja Usted de olé y olé
ay olé, el texto y olé la acuarela
y olé y olá.
Cuando nos invoca el Mito
de Joselito el Grande,
cuando aplaude a Fandiño
y respeta lo de Corbacho,
sueño olé, olé
con lo que no ví y ahora leo
y otro olé, y olé ya.
Señor Valentín que enciende la risa
y dibuja Usted de olé y olé
ay olé, el texto y olé la acuarela
y olé y olá.
29 junio, 2014
MercedesEstando todavía hacia el medio de su Feria, he interrumpido la lectura para escribirle mi primer comentario: ¡geniales sus acuarelas! Y muy divertidas sus reseñas que, con pocas palabras, pintan con original colorido las corridas. Pero disiento de su opinión sobre la suerte que hace El Juli. No creo que aplique el mismo rasero a otros toreros que incorporan también su propio estilo, por ejemplo Antonio Ferreras.
Ah! y saludos a don Eustaquio y don Florentino, con quien coincido en que a veces el toreo es un bello ballet de dulce galanteo.
29 junio, 2014
Francisco SosaSon magníficas las acuarelas y están muy bien las reseñas.
5 julio, 2014
EspontáneaTras otras tardes de toros, le recuerdo con Fernando Villalón.
Las corridas de la feria
se sueñan ya con pinceladas de colores
Mi jaca la marismeña,
que por piernas tiene alas,
no deja de relinchar
con los toreros indignados;
y con su cola apartaría
a esos del Pilar, Cuadris y Adolfos
porque poco le han gustado
por muy zainos que fueran.
(Ah! y para Mercedes: fíjese cómo citan la suerte otros toreros: Perera o Fandiño y tantos más…)
6 julio, 2014
MercedesHe disfrutado de algunas otras tardes de su feria. Está divertido este abono especial que nos brinda y muy bien su brindis a la Infanta. Me alegro que siga haciendo añicos la porcelana porque ya sabe que trae suerte. “Scherben bringen Glück” dicen en Munich y, ciertamente, en todos los pueblos alemanes.
@Espontánea: sin entrar en ninguna polémica: me gusta el arte propio de muchos toreros y advierto muchas estocadas. Celebro coincidir con su disgusto ante el comportamiento de los toros de algunas ganaderías.
12 julio, 2014
Espontánea¡Vaya cómo nos ha iniciado el saludo en la tarde de los Vitorinos! ¡qué Verónicas tan perfiladas para centrar su relato! Unas pinceladas de la historia del toreo con un remate espléndido: “…sabedores de la potencia feroz de los toros…ignorantes ingenuos de la fiereza cruel del público…” En nuestro tendido se extendieron los abanicos de aplausos y los profundos ¡olés! Y seguimos celebrando mucho entre amistades sus comentarios sobre deterioro vocinglero del contagioso “tendido siete”.
Sentimos, sin embargo, su salida final. Nosotros hemos disfrutado mucho con su Feria y esperamos leerle pronto de nuevo porque nos ha encendido la risa. ¡Pinta de olé y olá!
12 julio, 2014
EspontáneaAh! y hemos visto ya que hay más documentos ¡¡¡su Tauroloquia!!! Lo leeremos.
Y si permite la broma, Lucía ya cantando:
Qué alegría
la Tauroloquia
siga pintando
a los toreros
que aquí lanzamos
nuestros sombreros
y las novillas
de maravilla
mucho olé cantamos
lo saben en Sevilla
y también en Madrid…
(Aunque me parece que su bulería no le está saliendo muy bien) ¡Siga con salud!
13 julio, 2014
MercedesPues yo he terminado su Feria riendo. Porque me han encantado los retratos de tantos toreros, la atención de Pérez Mota a las manos descriptivas de Robleño, las caras de los leones y el botijo de Bolívar, el ave de Abellán, cómo Fandiño se lleva su nueva puerta, la vuelta al ruedo que se extiende hasta el cielo para acercarse a los vítores celestiales o esa pinturera plaza, tan bonita… He disfrutado mucho. Gracias.