Reaparición de Joselito
Bueno, pues como había anunciado volvió ¿por un día? no se sabe. Ni el vídeo de Youtube, ni su enigmático silencio lo aclararon.
¿qué fantasmas le llevaron a reaparecer en una pequeña plaza francesa (Istres) que no tuviera una plaza española? ¿Tenía una necesidad de competir en arte con Morante para ser llevado de la mano de él? No confundamos, Joselito puede tener arte, Morante tiene duende, son cosas distintas.
Por su afición no fue porque no se repite, ni tampoco por la Afición Taurina de nuestro País. Joselito siempre vivió de libre y por libre, entra y sale por sí mismo.
¿Por qué ha vuelto? ¿Le tocaba renovar su carnet de identidad y quería hacerlo desde la profesión de torero actualizado con un traje nuevo? Pues puede ser, no veo yo que esta explicación sea menos poderosa que otras.
El caso es que volvió, y toreó, y toreó bien, con el mismo estilo de siempre, con la hondura, la ligazón, el temple y la armonía que caracterizaron su paso por la Tauromaquia. No ha pedido nada de su compostura. Nos alegramos por él y de él. ¿Qué mató mal? Él volvió para ser torero, no matarife.
Él tiene esa elegancia que les suele pasar a ciertos tipos chulescos de Madrid, que cuando se visten de toreros, les sale un donaire majestuoso por los cuatro costados. Lo mismo le pasaba a Luis Miguel Dominguín, Joselito tiene aún mas dengue, un poquito más de desmayo, lo que le coloca en el pelotón de artistas además de los poderosos.
Ignoramos el destino que marcará sus caprichos Pero si vuelve, estaremos ansiosos de verlo. ¡Ah! Y gracias por volver con Morante, así aprovechamos el vídeo para ver ese toreo único de cintura que tiene el de la Puebla.
Dibujo 128.- Reaparición “especular” de Joselito
Feria de las Hogueras: Alicante
Pues agradecemos a Canal Plus habernos ofrecido esta corrida tan del gusto del personal de esa tierra y de la abundancia de foráneos que voluntariamente se ofrecen a disfrutarla del merecido vacacional; tierra del buen comer, buen vivir, buen divertimento, excepcional clima y entorno anti-estrés.
Así que para ese evento tan plácido se trajeron 3 toreros que por méritos propios o ajenos se sienten en su año cumbre: Juan Serrano “Finito de Córdoba”, José Antonio Morante y José Mari Manzanares Jr., y eligieron para ello 2 ganaderías distintas y a partes iguales: tres toros del El Pilar y otros tres de Zalduendo, no se sabe si para pelearse entre sí (esto sí que sería la novedad, desplazar la rivalidad a las ganaderías, hay que probarlo) o para repartir el escaso pastel que va dejando la Fiesta como ganancias.
Y también eligieron, claro, para cada torero, un toro bueno y un toro malo, uno para esforzarse y otro para descansar, que la hernia hay que cuidarla, los bragueros- suspensorios están caros y la Seguridad Social anda de recortes.
Finito tuvo un primero que vale más no acordarse de él. Es una vergüenza, y también un argumento que se les da a los anti-taurinos, sostener a un animal tan inválido dando vueltas por el ruedo, ni se puede llamar toreo al arte que consiste en mantenerlo inmóvil en pie, justamente a un animal creado como icono de la Fuerza y la Estética dinámica.
Veamos el segundo, el Zalduendo que le tocó luego en suerte. La verdad es que la cosa no empezó muy bien. Ambos, toro y torero, estaban a la defensiva , el toro no se entregaba y el torero toreaba para su protección, con la muleta retrasada, sin cruzarse y sacando el toro hacia afuera. Cuando los dos se dieron cuenta de que como enemigos no construían nada que mereciera la pena, ¡hete aquí! Que Juan echa la pata pa´lante, se tae al toro desde la media distancia y se marca de 3 a 4 series de antología de la Tauromaquia, en la que el toro parecía cogido y llevado de la mano de Finito, danzando a su alrededor esta música celestial que sale de la armonía. Juan toreaba y se gustaba, lo hacía con hondura y remataba con gracia torera. El soplo de la musa se había quedado en su mano que es mano de artista y jugó a todo lo que podía aquél toro. Le dieron una muy merecida oreja aunque el toro no era demasiado bueno. ¡Bien por Finito!
Morante tuvo un primer toro incierto, y él no parecía estar para arriesgar; es verdad que tuvo algún detalle suelto que se perdieron y olvidaron en la disarmonía de la faena.
No pasó así en el segundo que desde el principio gustó a José Antonio, y éste gustó de gustarse con él. Y allí se vino el ángel de Sevilla a torear y a cimbrear esa cintura de junco que hace «valsear» a los toros en su alrededor. No hubo salto en el vacío del capote a la muleta, las bellísimas y bien marcadas chicuelinas, precedieron a los estatuarios de arrastre a los medios, a los circulares lentos y templados, a los naturales hondos de mano baja, a los quiquiriquí, el molinete belmotino, los desplantes inventados allí mismo, los quiebros pellizcados a una imaginación instantánea, y un libro viejo de Cossío que revivió a Paquiro haciendo el maestro la suerte de la puntilla. Morante tomó el toro, nadie sabe por dónde y lo convirtió en su espejo, en un espejo en que se gustó y nos gustó. Bendito Narcisismo especular que da paso a una fascinación de masas casi religiosa. ¡Siempre tuyo Morante!
A José Mari Manzanares que es de esta tierra se le quiere mucho y bien. El chico además se lo merece por su esfuerzo y esa capacidad que tiene desde sus inicios, y solo ciertos toreros consiguen ya muy de maduros, que es la de lograr acoplamientos repetidos y estéticos con cualquier animal que salga de los corrales.
Para Manzanares hay que inventarse un verbo. A su primero más que torear lo “oleó”, y este “olear” no tiene que ver solo con los olées que acompañan sus series, sino con las “olas”, particularmente las mediterráneas, esas que llegan suaves, repetidas, obligadas, en una cadencia apacible, sestera, de regocijo con el mundo.
José Mari sabe muy bien de esa virtud estético-musical que la lleva en la saga-sangre y la imprime a su toreo que resulta particularmente plácido y gozoso. Conoce también la fuerza limitada de sus toros y juega con distancias y descansos hasta parecer – y a veces lograr – que los toros tenga 100 o más pases.
Es un digno representante de su tierra: cobijo apacible de personal necesitado de descaso, vaivén y anti-estrés, y además como buen levantino llena de arte todo lo que mueve, porque su estética nace de sus movimientos y de los vuelos templados de sus avíos; para que luzcan estos, debe de ser por lo que necesita que el toro le pase a cierta distancia de su cuerpo, (o quizás sea parte de ese toreo levantino que se aplaude). Además de todo eso suele matar muy bien a los toros. Esta vez no fué así., Creemos que se tomó una distancia adecuada para matar al encuentro, pero luego lo pensó mejor y se lazó rápido a un volapié que no le permitió al toro salir de la suerte. Le enganchó por una pierna y en el suelo le tocó peligrosamente la espalda. Dios quiso que el asta no pasara de la seda.
Manzanares es buen chico, quiere a los oros y los toros le quieren a él.
Con su segundo también intentó torear pero ya no había toreo en la plaza, todo el duende posible de ese día se lo había llevado José Antonio Morante de la Puebla.
En una tarde que nos dejó además como recuerdo la magnífica lidia de José Mª Carretero (donde hubo buen señor siempre habrá un buen vasallo) y los soberbios pares de Blázquez y sobre todo de Curro Javier prácticamente parándose en la cara del toro.
LA Santa REAPARICIÓN
¿De quién? Del único, ¡Ha vuelto José Tomás! Y lo ha hecho por todo lo alto, en plan “santísimo” para mostrar su existencia corporal a los incrédulos, y como tal, hizo su presentación en una versión actual del cenáculo, como es el día el Corpus en Granada presidiendo su ceremonia procesional. Llegó, para salir bajo palio como un San José Tomás redivivo, y así dar tanto goce a lo espiritual como a lo carnal. Y estuvo a punto de hacerlo, menos mal que un buen toro, aunque poco piadoso, – ojo que también los animales son criaturitas de Dios -, y la petulancia del torero que le había ignorado tras un remate, puso las cosas en su sitio y José Tomás estuvo más cerca de salir sobre hules que bajo rojos terciopelos.
Para su segunda estación de presentación eligió León: ¡No podía ser menos! Si ha venido a esta ciudad el Santo Grial ¿cómo no iba a venir José Tomás para hacer juego? Venía además, si no como Dios, (los humos se los quitó Granada), lo hacía como Adán, como un primer hombre, con una costilla hundida y con media España intentando encontrar acomodo en esta mi ciudad que también celebraba su Corpus, pero en chico.
Hay que reconocer que León es una pequeña pero bonita ciudad. Tiene pocas cosas pero muy bien escogidas. Tiene un monumento gótico como no hay dos, que es su Catedral, uno románico sublime (San Isidoro), uno plateresco que va a la zaga de los de Salamanca (Hostal de San Marcos), una torre neo-románica más esbelta que ninguna (San Marcelo), y el modernismo y post-modernismo catalán ha dejado aquí sus huellas en el palacio de Botines o en el grupo escultórico del apostolado de la Virgen del Camino de Subirats. Y también tiene historia, España le empieza a reconocer como cuna del parlamentarismo Europeo. ¡ya era hora! Lo que pasa es que entre el frío y nuestro carácter entre huraño, esquivo y reticente vamos siempre a gatas por la Historia. ¡Ah! También tenemos puntos negros: aquí, como en Dallas, también hacemos magnicidios con alcaldesas en arrebatos pasionales, es en lo que supimos traducir el Plan Marshall. Total que tenemos de “tó”. Es decir, León se merece a San José Tomás, tanto o más que Santo José Tomás a él.
Pero bueno, vayamos a la corrida y no nos perdamos en alabanzas a nuestra tierra para no quitar trabajo a la sección de Turismo.
Para su presentación nuestro mito se mandó traer dos ganaderías de moda que se alternaron 3 y 3, como ahora se tiene por costumbre. Tres de El Pilar, otros tres de D. Hernández, no importa nada, no son mejores ni peores, su problema era que no eran toros, sino simples novillos, y que estaban inválidos. Con este ganado, más propio de elección de trileros, hizo su Presentación multitudinaria en nuestro pequeño templo.
Se trajo como compañía un viejo y buen torero: Juan Mora, y uno actual a quien le van las rivalidades, Iván Fandiño, y los tres vestidos de seria ceremonia hicieron el paseíllo. Seguramente esperaban más aplausos del personal, pero aquí, ya se sabes somos frío-adictos tanto en clima como en afectos, y por otra parte, aplaudir un paseíto corto no nos mola mucho, que aquí tenemos que hacerlo a diario por eso del Colesterol y nuestra dieta de productos naturales más rica en energías que el propio Putin.
Como hay que contar todo empezaremos por el vestir y su significado, de paso recordamos de nuestro compañero de Residencia Dn. Florentino que hoy no ha podido acompañarme:
Juan Mora (Gutiérrez Mora), vestía un terno que vamos a definir como “verde breve y oro”, y hago esta definición por su manera tan gracianesca que tiene de entender el toreo, y también por salir al paso de los comentaristas actuales que no saben distinguir los colores. Ahora, para cualquier torero que salga de verde lo llaman “de verde hoja” y me pregunto ¿de hoja de qué? Porque cada árbol tiene sus hojas de un verde particular, y no es lo mismo un chopo que un álamo, un castaño que una acacia, una hoja en primavera que una hoja en otoño, etc. ¿no es verdad?. Antes, señores cronistas, había verde esmeralda, verde oliva, verde musgo, verde manzana, ¡¡verde botella!! (parece mentira que no hayan reconocido ese color tan torero y tan clásico en el vestido de Mora), y todos nos imaginábamos el colorido, parte muy importante de la totalidad de la fiesta; que porque Uds, sean daltónicos o ignorantes colorímetros no deben de destruir.
San José Tomás, venía – en clásico – de pistacho claro y oro. También oí decir a mi lado que si era caña verde, que si amarillo verdoso; la verdad, dado el boato místico y religioso de su presentación, hay que aceptar que venía vestido sagrario y oro o mejor de Custodia toledana … ¡ qué espiritualidad la suya …!
Ivan Fandiño, en la creencia de que esta zona era del norte, y que las cosas iban en serio, se tomó la rivalidad a pecho y se vistió de la forma más ceremoniosa posible en esa profesión. Grana y oro ¡olé!. Bueno, pues tampoco los críticos acertaron con el colorímetro y venga a llamarlo color sangre de toro. ¡No! Esa denominación corresponde a una tonalidad algo más oscura y más mate, como tampoco es corinto y oro. No, a ver repitan conmigo: Grana y Oro. Clásico, casi litúrgico, de compromiso con la solemnidad de la profesión.
Y visto los contendientes veamos que hicieron.
El primer toro de Juan Mora no debió de salir nunca a la plaza, y si lo hizo por el aquél de que el veterinario andaba de procesiones, debió de ser retirado inmediatamente por su debilidad. No se puede tener un animal tan inválido a la exposición pública de un castigo como es una corrida de toros. Consentir eso es dar argumentos a los antitaurinos. Ud., Sr. Presidente debió de ser sancionado por la Sociedad Protectora de Animales con un buen correctivo. Día llegará en que también los elegidos para ese papel habrán de pasar por un examen de idoneidad, y ese día, Ud., si quiere ver toros, tendrá que pagarse su localidad.
Bien, mientras el toro andaba – que ya es mucho decir – Juan Mora nos obsequió con todo un repertorio de toreo de salón. Hizo bien, por un lado ahorró pagar a alguien que le empujara el carretón, y por otro con esos pases limpios, de infinita languidez, nos llegó a hacer soñar con lo bonito que puede ser el toreo el día que haya toros. Total que el público ya se había medio entusiasmado con esa farsa, bella sí pero farsa, cuando de repente Juan monta la espada y se despacha el novillo. La gente se enfadó porque desconocían la brevedad con la que habitualmente se maneja el diestro, que además es el único del escalafón actual que lleva montada la muleta sobre el estoque de verdad sin tener que cambiarlo. Así que le riñeron por breve aunque hubo algunos aplausos a su estética, de verdad profundamente primorosa.
En su segundo no hubo posible entendimiento. Después de un aceptable recibimiento rodilla en tierra con el capote. No sabemos si le asustó que derribara al caballo, o que el toro fuera ligeramente incierto, o bien Juan se acordó de su familia, el miedo se le hizo culo y tiró de él para atrás en cada cercanía. Con pases de castigo para el toro, para su fama y para la torería en general, abrevió, entró a pinchar y se fue para su casa. En León que somos muy respetuosos no le dijimos nada. ¡Qué pena de buen torero metido a componendas!
A José Tomás el toro se le llevó los avíos nada más verle, así que carrera y susto; luego entró al caballo por descuido, y allí el picador debió de decirle cuatro cosas sobre quien era su contrincante, porque salir de esa suerte y ponerse a dar rodillazos ante el diestro todo fue una. Levantaba la cabeza veía al torero tan resplandeciente con su deslumbrante terno, y se pegaba un rodillazo mejor que cualquier beata de San Francisco. La banda, que ya traía el pasodoble preparado intentó tocar pero el público le obligó a callarse, no era faena para un pasodoble, era una estación para el “Tantum ergo” pero no tenían la partitura. Como paralelamente actuaba en la ciudad el grupo “Mocedades” les llamaron a ver si querían cantarlo desde el tendido, Pero, no, no lo sabían, faltaban Sergio y Estíbaliz que eran los especialistas del “Pange linguae”, así que tuvimos que tragarnos toda la procesión del corpus en silencio hasta su retirada.
Con su quinto, el menos malo de los novillos que salieron, el santo de Galapagar estuvo de especialista en UCI. ¡Qué manera de sostenerlo! ¡Cuánto descansito y cuánto mimo! Mi esposa, que en su bachiller padeció del monjerío habitual de la época, me decía: mira, ese es el amor de Dios, a ver si lo imitas – apostilló el comentario – . Bien con tanto consentismo el toro se hizo mieles y ya al final seguía a San José Tomás donde este le indicara, y le indicó con creces su mano izquierda, esa mano prodigiosa de lances robados al sueño de artistas, de lances sacados de carteles antiguos, de escorzos nacidos en pinceles barrocos. Sí señor, cuando suena la verdad hay que reconocerla. Y el torero se ofreció desde sus lances iniciales a los molinetes y ayudados por bajo finales, la suavidad de un toreo a quien no se le pueden regatear elogios. ¡qué pena que a esta estética no se le añadiera la emoción de hacerla con un toro! Porque el único peligro que tenía el animal era el riesgo de darse una costalada en cada embiste y que a José Tomás le aplastara debajo. Le dieron una oreja, probablemente obviaron la 2ª para no hacer sufrir su costilla maltrecha con una salida a hombros.
Y llegamos a Iván Fandiño; si venía corajudo que lo parecía tanto por su terno como por la manera de iniciar la faena con su capote toda una mezcla de chicuelinas, tafalleras y remate a cordobina, el toro le desengañó pronto. Al finalizar una segunda serie de pases que pretendía hacer salir al toro de su querencia a tablas, éste se volvió de bronce, le dió una especie de “pasmo guisandero” y no se movió más. Ni para morir.
Salió el sexto, el más grande, de más peso y de mejor presencia y todos nos animamos. – ¡Eso es un tío dijo a mi lado alguien que mezclaba abundantemente su tónica con otras cosas menos espiritosas! – ¡Es un “pibón” gritó su acompañante adolescente lleno de hormonas!, y nos dispusimos en corro a festejar cualquier cosa que se hiciera. Bueno, pues salió al revés, más blando que ninguno y con menos clase que cualquiera. Si era un tío padecía seriamente de reuma, si era un pibón padecía de frigidez, Fandiño y su cuadrilla le recetaban estímulos dolorosos por si le salía el casta, pero el pobre lo que necesitaba eran inyectables de Voltaren, pero de eso nunca van provistas las cuadrillas.
Total que el festejo se terminó. Y supongo que al final salió como todos.
Los que vinieron a ver a San José Tomás salieron contentos al comprobar que existe, que por ahora no necesitan cambiar de religión, y la faenita al quinto toro de la tarde dará más que hablar que el sermón de la montaña.
Y los que fuimos a ver una corrida de toros, salimos ….profundamente estafados.
O sea …. ¡como siempre!
Dibujo 129.- Solemne Reaparición de San JOSÉ TOMÁS
2 Responses to “La Feria de las hogueras y las Reapariciones”
18 agosto, 2014
CARLOS FEDZ. GUERRAEnorme en los análisis y buenísimas las caricaturas, como siempre. Me quito el sombrero D. Valentin.
23 agosto, 2014
Una aficionada¡Magníficas pinturas y sustanciosos los comentarios! Un verdadero placer en este distraído verano con tantas buenas noticias taurinas. (Por lo menos yo estoy disfrutando de algunas retransmisiones por televisión). Esperaré con fruición sus nuevas referencias a otras ferias o los juicios a los ecos que le lleguen de otras tierras. Enhorabuena.